domingo, 27 de abril de 2008

Las cosas en su sitio


"Tras los ojos alzar, vi a quien concilia
todo saber en sí: sentado estaba
entre la filosófica familia". Dante. Divina Comedia.

Normalmente las críticas dirigidas desde posiciones "ideológicas" contra la labor académica se debaten entre el "no comprendéis el valor sagrado de los textos", y el "vuestro trabajo es frío y descorazonador" (otra forma de denominar al quehacer histórico o científico). Bien, sobre esto tengo muchas cosas que decir. En primer lugar, no es cierto que la labor científica sea desapasionada, sino que el método utilizado es riguroso y extremadamente elaborado. En segundo lugar, la labor histórica no tiene por qué desmerecer la verdad (filosófica) que alberga su objeto de estudio. En tercer lugar, y concentrándonos en lo que nos concierne, la filosofía, la ciencia histórica y la labor filológica, están siendo las encargadas de revalorizar el estudio de la Historia de la Filosofía Hermética, desde al menos el comienzo del pasado siglo XX, alejándola de las mareantes interpretaciones esoterizantes.

Es curioso observar cómo los pretendidos continuadores o seguidores de la filosofía hermética, ostentan errores metodológicos imperdonables a la hora de emprender cualquier acercamiento a los textos. Y lo digo sin altanería de ningún tipo: yo, sin ir más lejos, soy un simple ignorante, pero sí sé una cosa: cuando uno desea aprender, debe dejar a un lado las supuestas iluminaciones o afortunados hechos palingenésicos, para abrazar la inocencia y la humildad del que no sabe, y desea saber. Pues bien, esta humildad es practicada, sobre todo, por los historiadores de verdad, y no por los tradicionalistas, defensores de una supuesta philosophia perennis o una "tradición esotérica universal", o por los "iluminados", sujetos petulantes y en muchas ocasiones iletrados.

En efecto, si el lector se da una vuelta por Internet o por la librería de la esquina, podrá comprobar en muy poco tiempo cómo toda la masa informe de datos sobre hermetismo y cuestiones más o menos relacionadas, está viciada de muchísimos errores cronológicos, de incorrecciones filosóficas, y de verdades del tipo "porque lo digo yo y punto". Estos fallos irritantes se suelen esconder tras eslóganes que suenan más o menos así: "Las interpretaciones son muchas y relativas", o "hay que aprender a leer entre líneas", o bien, "el conocimiento religioso (o metafísico, como a veces lo suelen llamar), nunca debe tomarse al pie de la letra"... Pues bien, estos lugares comunes que servirían estupendamente a un fervoroso creyente o exégeta de la Biblia, en este caso tapan una indecorosa ansia de vanidad y protagonismo. El propio José Rodríguez lo ha comentado alguna vez refiriéndose a los "alquimistas iluminados". No se trata de conocimiento, sino de la propia naturaleza de la filosofía hermética; es decir, la paideia hermetica es también una vía para alcanzar una supuesta verdad revelada que procede de Dios mismo, y que posibilita la comprensión de todos los misterios divinos en una visión pansofística... Una visión que se desarrolla igualmente en una praxis que hace del hombre un ser con la facultad de elevarse a Dios y poder manipular su manifestación física. Este concepto de gnosis (optimista) tan seductor ha posibilitado que muchos presuntos "filósofos herméticos" se hayan creído en posesión de una verdad que, evidentemente, no tenían.

El hermetismo jugó un papel importantísimo en el Renacimiento y el Barroco, como filosofía aliada de las posiciones cristianas. En ese sentido, sus aportaciones fueron asombrosas y son dignas de estudio. En otras palabras: el grado de complejidad y sofisticación de ciertas filosofías religiosas y místicas relacionadas con las eternas reinterpretaciones de la filosofía platónica (el hermetismo es un caso), llegaría a ser asombroso durante el Renacimiento y el Barroco. Los largos siglos que siguieron son calificados erróneamente por algunos estudiosos como "de silencio", pero aunque su punto de vista es erróneo, su desdén está más que justificado. Digo esto porque una de las críticas contemporáneas a los estudios científicos sobre el hermetismo, es que la visión científica ignora la grandeza de los textos estudiados, cuando la verdad es que los modernos postulados "herméticos" no alcanzan ni de lejos la belleza y profundidad de los textos tardoantiguos y sobre todo renacentistas. Y lo más importante: la moderna visión de los hermetistas es eso mismo, una visión moderna. Una visión viciada por ser sólo un antagonismo dirigido contra la ciencia, y por el desencanto de un mundo incómodo, tecnificado y "ateo". Pero además, esta visión es ahistórica, lo que quiere decir que la elección de los textos y su catalogación es errónea. No se puede pretender meter en el mismo saco textos antiguos, tardoantiguos, medievales, renacentistas, barrocos, iluministas u ocultistas... Textos que son cristianos, gnósticos, neoplatónicos, herméticos o meramente platónicos; textos que van desde la refinada filosofía (neo)platónica de Plotino hasta cualquier manuscrito astrológico puesto accidentalmente bajo la advocación del Trimegisto. Y sobre todo, señores míos, no se puede pretender jugar a comparar tan alegremente tradiciones religiosas tan distantes e incluso contradictorias como la cristiana, la islámica, la budista, la hindú, o la precolombina.

Sencillamente, la interpretación dada por cada época histórica a esta ingente producción literaria difiere espectacularmente, y hay que tener en cuenta esta dispar interpretación a la hora de enfrentarse a un texto. No vale con alegar "perennes filosofías" o "tradiciones ancestrales", u "ocultos conocimientos universales" y demás vaguedades. Caballeros, las cosas en su sitio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario