lunes, 29 de septiembre de 2008

El conocimiento universal


Cuando aprehendas todas estas cosas a la vez, los tiempos, los lugares, las sustancias, sus cualidades y cantidades, podrás conocer a Dios (CH XI 20).
Una de las características que hacen más fascinante a la filosofía hermética, al menos desde el Renacimiento, es su pretensión de conocerlo todo. El mismo Faivre nos ilumina sobre este concepto de "pansofía", a propósito de los primeros escritos rosacruces, a saber: "un système de savoir universel, toutes choses étant ordonnées à Dieu et classées selon des rapports d'analogie" (Accès de l'ésotérisme occidental, vol. 2, [Paris]: Gallimard, 1996, p. 56). Desde mi punto de vista, este concepto, si bien se ha venido aplicando principalmente a las obras de inspiración rosacruz y teosófica, su verdadero origen hay que buscarlo en el Ars Magna de Llull, es decir, siglos antes del nacimiento de estas corrientes barrocas. Pese a lo que dice Faivre, yo creo que Yates no anda desencaminada cuando radica el origen del término en la obra de Patrizi Nova de Universis Philosophia (1591), basándose en los bonitos nombres otorgados por este autor a los libros que conforman su magna obra: Pan-augia, Pan-archia, Pam-sychia y Pan-cosmia (por cierto, aprovecho para agradecer infinitamente al Sr. Petkovic su deferencia al enviarme un interesantísimo artículo suyo referente al último de los libros citados, el Pancosmia); pues bien, quizás el término "pansofía" o "pansofística" haga referencia a un modo y un método para enfrentarse al cosmos y a Dios propio del movimiento rosacruz y los teósofos del Barroco, pero el concepto que encierra este "principio metafísico" o epistemológico es, como dije, bastante más antiguo.

Debemos remontar el origen de este concepto al menos al Ars Magna del Ramón Llull, sencillamente debido a que se trata del primer intento serio por parte del mundo cristiano de creación de un sistema lógico-simbólico "para-científico" con fines omnicomprensivos. La mística cristiana tardoantigua de origen gnóstico (incluido el hermetismo "alejandrino") y neoplatónico, si bien planteaba una profundización en la Realidad de Dios, ya sea en su absoluta trascendencia hipercósmica (caso de los gnósticos y del mismo Plotino), o bien en la realidad misma de la materia como manifestación divina (es el caso de corrientes inmanentistas como el estoicismo y el hermetismo), jamás plantearía un método tan refinado como el luliano, que pretendía un conocimiento absoluto de la realidad de Dios, un conocimiento que trataría de desvelar el lenguaje escondido de la realidad divina, con el fin de desvelar sus manifestaciones más evidentes para los sentidos comunes; lo más parecido a este sistema plenomedieval al que me refiero fue, creo yo, el nutrido corpus de obras astromágicas de inspiración hermética, que venía elaborándose desde antes de nuestra era y que tuvo su digno desarrollo en el quehacer científico árabe. No obstante, el sistema luliano poco tenía que ver con el aristotelismo retorcido de estas obras pseudocientíficas de magia astral; el sabio mallorquín había elaborado un vía lógico-simbólico-metafísica para el conocimiento de Dios y todas sus manifestaciones, una vía en virtud de la cual el resto de ciencias llanamente humanas debían regirse. Un acercamiento lógico-simbólico a la realidad íntima de Dios, alejada de ese carácter amorfo que según Scholem caracteriza a todos los sistemas místicos. Por otro lado, sobre la relación entre el Arte y el sistema místico hebreo conocido como cábala (la cábala desarrollada desde la Plena Edad Media a caballo entre Francia y España, me refiero), hay abundantes referencias aquí y allá, pero al menos yo no he leído nada que construya un puente sólido entre una realidad y otra, y esto pese a sus claras similitudes.

Pues bien, esta pansofística, tan hábilmente desarrollada (entre otros) por Nicolás de Cusa, John Dee, Francesco Patrizi y Giordano Bruno, tendrá su corolario en estas obras de corte rosacruz y teosófica, pero bajo una apariencia más anárquica y oscura. El uso de la aritmética y la geometría de origen neopitagórico, así como de otros símbolos de más marcado carácter mitológico o religioso, para apoyar argumentos teológicos y filosóficos (parte de lo que actualmente se conoce como "numerología", un neologismo francamente desagradable), con el fin de desvelar la Unidad fundamental del Cosmos y la mónada suprema (Dios), tiene, como hemos visto, una larga tradición. Los diagramas lulianos serían apreciados desde su aparición en pleno siglo XIII, hasta Kircher o el mismísimo Leibniz... E incluso mucho después, con la irrupción de otros intentos (esta vez sin brumosas intenciones místicas) de construcción de sistemas lógicos universales (me refiero principalmente al lenguaje informático; sobre esto véase la pequeña e interesante obra de Carreras y Artau, De Ramón Llull a los modernos ensayos de formación de una lengua universal…, Barcelona: Instituto Antonio de Lebrija, 1946).

En resumen, resulta muy interesante para nosotros el observar cómo estos conceptos neopitagóricos, neoplatónicos y herméticos, lograron aunarse en pleno Renacimiento, y más tarde en el Barroco, para formar esta maravillosa búsqueda de un lenguaje universal, no ya basándose en analogías, sino en la Unidad y armonía universales, conceptos muy apreciados por las filosofías platónicas y especulativas de la Edad Moderna, y que pasarían más tarde, de forma más o menos justificada, a las especulaciones contemporáneas de carácter esotérico y junguiano.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Foros de discusión


Hace meses traté de organizar un foro informal de discusión académica en torno a la Historia del Hermetismo, aquí en Salamanca. La idea me vino de improviso, y me dije "¿por qué no?". José Rodríguez me había comentado tiempo antes el absoluto desinterés que existe en España acerca de estas cuestiones, y por esa razón quise probarlo sobre el terreno, tomándolo más como un trabajo de campo antropológico que otra cosa. Al fin y al cabo me había dejado los ojos en las bibliotecas salmantinas, y decidí que quizás otro estudiante, profesor o aficionado podría compartir mis gustos. De hecho, ni siquiera tenía en mente un foro exclusivamente sobre hermetismo (no sé, pensé que sería interesante estudiar y debatir sobre asuntos tales como la mística cristiana, la teología, así como otros sistemas filosóficos cercanos a la Historia de las Religiones, etc., ah, y por supuesto, la Historia de la Ciencia). Bueno, el resultado fue nulo. Hice la noche antes un bonito cartel, cuyo trasfondo era el conocidísimo emblema kircheriano del Ars Magna Lucis et Umbrae, y puse el careto de Giordano Bruno a un lado; a la mañana siguiente las fotocopias del cartelucho estaban ya colocadas en algunas facultades y bibliotecas estratégicas de la ciudad.

Como dije, el resultado fue nulo, pero eso no es exacto. Me contestó un estudiante de filosofía, según recuerdo, del que poco más volví a saber. Además, un día que entraba a la biblioteca de filología vi cómo tres preclaros estudiantes sonreían frente al cartel, con cara de "¿qué gilipollez es esta?, jijiji, etc." Asimismo, entregué a mi vecina, que era estudiante de Filología Hispánica, algunos ejemplares para que los distribuyera entre sus coleguitas, y a la buena mujer casi le da un pasmo. Por lo que me contó después, la mayoría se lo pasó bien con el cartel ("hostia tío, magia negra, jejeje"), y una minoría se interesó superficialmente. Bueno, y eso es todo. Así acabó mi experimento antropológico. A ver, para que no haya dudas sobre mi estado mental, sé bien que la Historia del Hermetismo y las cuestiones relacionadas como la Historia de la Alquimia y la ciencia en general, constituyen un terreno marginal en la historiografía, sobre todo en nuestro país, y teniendo en cuenta esto, ¿cómo iba entonces a prosperar mi pequeña empresa en un ámbito estrictamente estudiantil?

A los lectores que agudamente han advertido este hecho incuestionable, les diré que a pesar de ello, uno no puede dejar de cuestionarse el nivel de entusiasmo, dedicación e iniciativa en la universidad española. Parece como si todo se hiciera mecánicamente, si ilusión ni ganas. En general (es decir, en un 90%), los estudiantes van a la universidad a sacar un titulito y a currar, y ni se les ocurre aprovechar la ocasión para pasarse por la biblioteca, o para debatir, o para organizarse con el fin de disfrutar del conocimiento o el arte. Esto no es del todo cierto para las carreras de índole técnica, donde la vocación es ante todo práctica y demás, pero ni de lejos funciona así para las carreras humanísticas. Como sobre esto ya he hablado en otra ocasión, no me extiendo. Sólo decir que me da un poco de rabia, e incluso no puedo reprimir cierto desprecio. Ni siquiera estoy hablando de grupillos de empollones o "enteraditos" ("filósofos cafeteros", como diría Galdós), que van de sobrados porque han leído cuatro cosas antes de los exámenes de junio y las van pregonando por las cafeterías y los pubs. No, no estoy hablando de éstos, estoy hablando de aquellas personas realmente interesadas y apasionadas en su objeto de estudio, sea cual fuere: economía, derecho, pintura, química, filología... Pero no, durante mi vida estudiantil sólo he asistido a turbias discusiones pseudofilosóficas bajo los efectos del jugo de Baco, algún atisbo de interés antes o después de las clases: "me gustó tal cuestión del temario, era interesante, etc.", y alguna discusión espontánea durante el desarrollo ordinario de las lecciones, hábilmente dirigida o inducida por algún profesor con verdadera vocación y talento.

Los profesores, ya lo he dicho, no son mejores. No le estoy echando la culpa alegremente a mi generación. La universidad española está plagada de botarates que sacaron la plaza mediante intriga y nepotismo, imbéciles que no saben dónde están de pie y mezquinos que esperan del alumnado ignorancia, no excelencia. "Si queréis triunfar, no destaquéis", dijo un maestro hace años. Y tenía razón, vaya que si la tenía. La verdad es que esto me deprime, porque al fin y al cabo, ¿para qué sirve la universidad? Si se ha olvidado el motivo fundacional, es mejor no continuar con la farsa y que los políticos se pongan a fundar como locos instituciones de formación profesional, como le pasaba a Franco con los pantanos, más o menos.

Siguiendo el tema que me animaba a escribir todo esto, en la ESSWE se formaron el año pasado un par de foros de discusión estudiantiles, a los que se podía acceder mediante una cuenta en el Facebook. Con el fin de tratar de meterme en uno de ellos (concretamente en el The Grand Lodge), creé hace tiempo un perfil, pero o no supe mandar bien el mensaje a la organizadora en cuestión, o no quisieron contestarme por feo. En cualquier caso, me pareció desde que tuve conocimiento de ello una buena idea. Un foro de discusión siempre es algo sugerente e interesante. Al fin y al cabo, "la vida es corta y el arte es largo", y es imposible que podamos acceder a todo y conocerlo todo por nosotros mismos, y además, la mera discusión sobre aquellas cuestiones que a uno le apasionan, de suyo es muy divertido y enriquecedor.

Por decirlo todo, crear un foro de discusión es muy fácil, pero otra cosa bien distinta es conseguir que se mantenga con un mínimo de rigor científico. Por eso, los foros de discusión que se mueven en un entorno estrictamente académico son difíciles de mantener y muy raros en esta materia que tratamos. Mi referencia en todo momento son los foros moderados por Adam McLean desde el año 1996. Como se ve, el Sr. McLean tiene ya doce años de experiencia en este apasionante asunto de los foros y ha visto de todo. Por lo que entendí, al principio trató de crear un foro abierto de discusión, que se moviera en un ámbito académico, y dada la enorme cantidad de participantes y la delicada materia tratada, sucedió lo inevitable, es decir, que la cosa se desbocó. Desde luego, y aun a riesgo de equivocarme, imagino el porqué: iluminados y bobos hermetizoides comenzaron a polemizar contra el "rigorismo científico", reivindicando la pureza y la verdad de las enseñanzas herméticas, y esto y lo otro, con lo que el moderar semejante cuadrilla de chillones se hizo ridículo, absurdo e imposible. Al fin, Adam McLean optó por lo más sensato: organizar un foro de discusión académica en el estricto marco del método científico, es decir, donde no se perdiera el tiempo debatiendo sobre nubosas metafísicas esoterizantes, o acerca de especulaciones alquimistoides dudosamente fundadas en la Historia. Este magnífico foro de discusión se mantuvo desde el año 1999 hasta el 2007. Actualmente, el Sr. McLean mantiene un foro en otra dirección, en la que intervienen los mejores especialistas en la materia. Su dirección es la siguiente: www.alchemydiscussion.com/

Pues bien, he decidido proponer un foro de discusión en el marco académico, eso sí, sin formalismos o excelencias excesivos y gratuitos (yo mismo soy un simple aficionado al hermetismo). Me gustaría que en ese foro, que he creado en el ya citado Facebook, participaran aficionados y estudiantes; por supuesto, tienen cabida los especialistas, pero como no tengo delirios de grandeza, no espero tanto. Además, como soy un ignorante, no doy la talla para moderar un foro exclusivamente académico, pero sí uno que albergue esa pretensión. La seriedad y el rigor son virtudes que cualquier persona puede alcanzar, y eso pretendo, al tratar de promover desde mi humilde posición, la discusión y el intercambio libre de ideas. Se trata, además, de un foro de Historia, pero también de filosofía, en el que si bien espero que se trate principalmente de hermetismo y cuestiones relacionadas, tienen cabida otras propuestas (¡en el cartel lo dejo claro!). Asimismo, será un foro orientado no sólo a la comunidad hispanohablante, sino también a todos aquellos que sepan y puedan expresarse con una corrección suficiente en inglés y en francés. Creo que esto es interesante en la medida en que amplía muchísimo el espectro de participación. Su actual emplazamiento es aún dudoso, pero mientras tanto servirá, ¡espero que tenga al menos un poco de éxito a medio plazo!