domingo, 10 de mayo de 2009

Nuestro sentido de Egipto


Hace ya algunos meses que el Dr. Félix García Morá, eminente egiptólogo de la Universidad de Granada, me recomendó un libro como lectura de curso obligatoria, para la asignatura Historia de Egipto y Próximo Oriente Antiguos. Pues bien, hace sólo unos días acabé mi primera lectura de este magnífico libro, que ha confirmado, para mi contento, muchas de las ideas que tenía acerca del legado de la filosofía egipcia en nuestra civilización. El libro en cuestión es:

ASSMANN, Jan, Egipto. Historia de un sentido, Madrid: Abada, 2005.

Jan Assmann es un prestigioso egiptólogo ocupado en el pensamiento y la religión egipcios, y es este hecho afortunado lo que convierte a su libro en una auténtica joya bibliográfica no sólo para los egiptólogos, sino también para los estudiosos del hermetismo tardoantiguo. Además, es fácil vislumbrar en sus páginas su inmensa erudición y genio, dado que la columna vertebral teórica de esta obra es la elaboración, como su propio título indica, de una historia de "sentido", es decir, un relato histórico sobre el continuo cambio de paradigma semántico operado en las tierras del Nilo desde antes del Imperio Antiguo. Sobre esta forma de discurso historiográfico, Assmann razonaba de la siguiente manera:
"El mundo en el que vivimos, actuamos, sufrimos y hacemos nuestras experiencias, está construido con un sentido, y este sentido tiene el carácter de las proyecciones y ficciones colectivas" (p. 16,op. cit.)
Quizás el lector me considere un oportunista, pero le aseguro que sobre esto he pensado y repensado continuamente. Y me explico. Normalmente la historiografía al uso -sobre todo en España-, elabora sus estudios valiéndose principalmente de los condicionantes demográficos, técnicos, económicos y ambientales de una sociedad, marginando en este quehacer a la llamada "superestructura" de una sociedad (los condicionantes ideológicos: filosofía, religión, etc.); pues bien, en España, esta remota y aciaga herencia marxista ha empobrecido sistemáticamente el estudio de la historia del pensamiento, que ha quedado olvidado y solitario en una especie de limbo académico, dado que no es una materia propia de la Historia de la Filosofía, ocupada en otros menesteres, ni tampoco es una materia reconocida por los historiadores, afanados en otras tareas "más importantes". De hecho, he conocido a profesores que me han dicho de forma despectiva aquella terrorífica frase de "esto no es Historia de las Religiones"... Después de eso ya sólo queda santiguarse, la verdad. Y después nos preguntamos que por qué estamos a la cola en el estudio de las manifestaciones del pensamiento humano a lo largo de la Historia.

Me pierdo. Decía que Assmann elabora una "historia de sentido", es decir, que explica magistralmente cómo van sintiendo los egipcios su propia realidad no sólo religiosa, sino también "política" y ética. Es decir, cómo va evolucionando la forma de sentir de los egipcios, desde la reunificación de los dos países al periodo helenístico. Para un historiador del hermetismo es un lujo poder asistir a semejante despliegue de recursos por parte de un egiptólogo, dado que la cuestión fundamental en el estudio del hermetismo tardoantiguo pasa por identificar correctamente cuáles son las influencias de los Hermetica. Y tras el descubrimiento de Nag Hammadi y estas últimas décadas de lentísimo trabajo, creo que aún los especialistas no se han dado realmente cuenta de qué demonios es el hermetismo: ¿es una filosofía sincrética?, ¿es acaso una traducción de determinado pensamiento egipcio al griego?, ¿es un producto del egipcianismo griego?, ¿o es acaso una filosofía nueva originada en Egipto por egipcios? ¿Es todo eso a la vez?

Todas las posibilidades parecen iguales, pero los matices aquí cuentan el doble, dado que pisamos un campo minado y cada paso que demos en falso puede sesgar nuestros estudios de principio a fin. Esto es lo que le ocurrió a Festugière, pero tampoco veo que los historiadores que han continuado con estos temas se preocupen mucho por realizar una labor sistemática del mismo calado, sin perder de vista la opinión de egiptólogos como Assmann. Y esto es crucial para llevar adelante nuestras pesquisas, porque si conocemos qué es lo que una civilización considera "clásico" y qué "heterodoxo" (marginal, exótico, blasfemo) en un determinado "cronotopo", podremos recrear adecuadamente la opinión de un egipcio de esta época tardía con respecto a estos textos escritos en griego, y el trasfondo milenario que pudo haberlos originado.

En otras palabras, si Festugière tuviera razón, los egipcios verían en los Hermetica un producto degenerado y deformado escrito por los griegos para los griegos, y una inmundicia sincrética y blasfema alejada de los dioses. Sin embargo, los filósofos exclusivamente "griegos" (platónicos, estoicos) del periodo, sencillamente veían los Hermetica con cierta distancia y desapego. El único filósofo platónico que vio en los textos herméticos un aliado y una autoridad para sus planteamientos fue, como todo el mundo sabe, Jámblico. Y aun así, su visión acerca del lenguaje y el pensamiento hermético-egipcio es claramente la de un griego que habla con cierto conocimiento de causa, pero no por ello con menos distancia.

A la espera de mi lectura de los trabajos de Iversen y Kroll, no he visto que ningún historiador del hermetismo haya realizado una labor sistemática de estudio del pensamiento egipcio y sus posibles conexiones con la época helenística, desde Alejandro hasta el final de la dominación romana. Concretando un poco, ¿acaso alguien sabe de dónde viene la concepción fuertemente monoteísta descrita en algunos textos herméticos? Lo más fácil es decir que su fuente es "hebrea", pero habría mucho que decir con respecto a esta cuestión, dado que a nadie se le escapa que fue nada menos que un faraón egipcio, el conocidísimo Akhenatón, el primero que estableció durante el Reino Nuevo el culto a un Dieu Cosmique. Una concepción totalizadora de Dios que, sin lugar a dudas, podemos rastrear en otras fuentes helenísticas, desde el estoicismo a los Padres de la Iglesia, pero cuyo origen más remoto es egipcio, no griego, hebreo o fenicio. ¿Y qué hay de la pervivencia de este culto en esta época tan tardía? Al fin y al cabo la labor de Akhenatón fue sometida a una damnatio memoriae por sus sucesores; pues bien, incluso esto se puede soslayar, dado el mismo Assmann establece un puente entre la teocracia tebana, de época decididamente tardía, y el reinado de este famoso faraón, y concretamente en el terreno del pensamiento (monoteísmo, piedad personal, etc.). No digo que esto demuestre la pervivencia de este particular monoteísmo en época helenística y romana, pero sí digo que puede constituir un interesante punto de partida metodológico a la hora de elaborar un nuevo estudio holístico sobre la gnosis hermética tardoantigua. Un estudio que seguramente no ha de pasar por hacer un estéril recuento de los dioses citados en los textos y otros ejercicios vacuos de aretalogía pseudoegipcia, sino por incidir en ciertos aspectos del pensamiento egipcio que resultan particularmente fascinantes para un helenista, y que pueden ser reveladores de muchos aspectos de los Hermetica, como esa "piedad personal" a la que hacía referencia.

El sentido de una época es la época misma. Es decir, dado que la Historia es invariablemente una historia de lo que nosotros los humanos consideramos más relevante durante nuestro periplo en este mundo, resulta muy atractivo y revelador ver cómo evoluciona la cultura, y sobre todo cómo evoluciona una cultura como la egipcia, que gracias a su pervivencia en nuestra cultura de la mano del helenismo y de la tradición judeo-cristiana, podemos sentirla como propia sin demasiado esfuerzo. Además, la cultura egipcia es un paradigma sobre la historia de la civilización en general, debido a su asombrosa longevidad y renovación a lo largo de los siglos, que nos ofrece un recuento inagotable de fenómenos sociales y construcciones de sentido (emic), que son útiles para nuestro propio mundo moderno. Y una de esos cachitos, de esas "construcciones de sentido" de Egipto en nuestra cultura es precisamente la bella filosofía hermética que nos ocupa.