¿Tienes contenido de
calidad? ¿Deseas encabezar los resultados de búsqueda en Google? Estas dos preguntas, dotadas de un prurito marketiniano
que me afila las uñas, me rondan la cabeza desde hace meses. Añadiré otra más: ¿qué es el hermetismo?
Internet es una puerta abierta al futuro, al acceso libre
a la información y por ende al conocimiento. No seré yo quien cuestione estas
aseveraciones, dado que Studia Hermetica
nació de esa maravillosa posibilidad brindada por la red desde finales de los
años noventa. Ahora bien, ¿se ha preguntado alguna vez si es eso cierto?, es
decir, ¿privilegian los buscadores el “contenido de calidad”?… ¿A qué llamamos
“contenido de calidad”? Empecemos argumentando desde esta última cuestión. En
un contexto académico (historiográfico,
filosófico o filológico) entendemos por “calidad” lo siguiente: todo documento
escrito (artículo científico, ensayo de divulgación, texto argumentativo), cuyo
contenido esté basado en fuentes (paleográficas, epigráficas, impresas o
arqueológicas), lo mismo que falseado y contrastado con otros estudios clásicos
o recientes. Y claro, debe estar correctamente redactado (es decir, de acuerdo
con las normas gramaticales), además de ser
coherente desde un punto de vista lógico. Esto en lo que respecta a la
“calidad” a secas, a la que podríamos sumar otros elementos tales como la
ecdótica, el aparato crítico o la revisión por pares. El mayor o menor grado de
aplicación de estos controles académicos nos ofrece una visión muy aproximada
del nivel científico de un proyecto.
Ahora bien, ¿a qué aluden los principales buscadores de
Internet cuando hablan de “calidad”? De acuerdo con numerosas páginas “especializadas”, podemos afirmar que es aquella web cuyo contenido reúne los siguientes elementos: es “útil” para el usuario, es ameno y fácil de
comprender, está bien redactado, dispone de material audiovisual ilustrativo,
es compartido y valorado en las redes sociales y es frecuentemente actualizado.
Hasta aquí nada que objetar, pero pongamos a prueba la teoría con un análisis
de los resultados ofrecidos por la primera página de dos conocidos buscadores (Google
y Bing) cuando un usuario cualquiera (le he pedido a un buen amigo que me envíe
dos pantallazos) escribe “hermetismo” en la caja de búsqueda del navegador.
De entrada obtenemos dos resultados mundialmente
privilegiados por los buscadores que utilizan la tecnología Google: Wikipedia y
Wordreference. Ambos son recursos del que hacen uso millones de usuarios debido
a un gran número de factores, del que destacaremos dos: su volumen de
información y su carácter didáctico y divulgativo. En esta ocasión procederemos
a analizar algunas entradas de la primera, la mayor enciclopedia de la
Historia. Por ahora centrémonos en desentrañar aquellos resultados
privilegiados por los buscadores que no están respaldados por “gigantes” virtuales.
1. Analecta
Malacitana electrónica
Esta revista online
vinculada a la Universidad de Málaga y editada por el Dr. Cristóbal Macías,
mantiene desde hace bastantes años una página ad hoc de divulgación dedicada a la presencia del hermetismo en la red, que es
privilegiada por los buscadores y cuyo valor académico es prácticamente nulo.
Analicemos su forma y contenido.
En primer lugar, procedamos con su estructura formal: (1.
Introducción al hermetismo en la red); 2. Guías de recursos sobre hermetismo;
3. Páginas con textos herméticos; 4. Enciclopedias online; y 5. Sociedades
herméticas.
Si bien su primer capítulo es “correcto” desde un punto
de vista divulgativo, en el plano académico presenta las siguientes
incorrecciones, que valoraremos sobre la base del siguiente fragmento:
“Pronto se atribuyeron a la inspiración directa de esta divinidad una serie de textos ocultistas, de temática diversa (alquimia, magia y astrología), que se conocen con el nombre genérico de Corpus Hermeticum, una parte importante de los cuales procede de las traducciones que los griegos hicieron de tratados egipcios de ocultismo y que comenzaron a realizarse sobre el siglo II a.C., y cuyo éxito fue inmediato.”
El contenido subrayado es erróneo por
diversos motivos: en el Corpus Hermeticum
(recordemos que el primer códice conocido data del s. XIV, Cod. marc. Gr. Z.
242 (=993)) no se integra ese volumen heterogéneo de textos bajo el patronazgo
de Hermes Trimegisto incluido en las categorías de “magia” (integrados en los Papyri Graecae Magicae) y “astrología” (ΙΑΤΡΟΜΑΘΗΜΑΤΙΚΑ EPMOY, etc.). Y ya no digo con respecto a la alquimia,
cuya tradición manuscrita es aún más compleja. En cuanto a la última
aseveración que realiza el Dr. Macías, no podemos sino negar su validez
teórica: es muy probable que las “ciencias de lo oculto” del periodo
tardohelenístico y romano se basaran en el acervo cultural mágico-religioso
“egipcio” (i. e. pregrecorromano), pero no podemos afirmar que fuera una
“traducción”, por mucho que así lo diga Jámblico (DM VIII 4). Y lo mismo con
respecto al siglo II a. C. como fecha ante
quem, ¿por qué este siglo? Hoy por hoy sólo podemos asegurar con rotundidad
que el hermetismo filosófico fue una construcción teórica aparecida bajo el
periodo de dominación romana (ss. I-IV d. C.) en Egipto y que existía una
tradición mágica, astrológica y alquímica que se vino gestando desde el periodo
ptolemaico; pero estas “ciencias ocultas” lo son gracias al contacto entre la
población foránea grecomacedonia y la nativa egipcia, a sus mutuas influencias
y al desarrollo de un saber abstruso y erudito basado en las grandes obras de
filosofía griega.
En cuanto al segundo apartado, las consabidas
“guías de recursos”, debemos hacer una primera crítica: el método de elección
de los enlaces expuestos. El Dr. Macías no hace uso de un criterio de
aproximación claro, y así, nos encontramos con enlaces a páginas de corte
esotérico o neognóstico (en su mayoría, enlaces rotos) junto a la muy útil The Alchemy Website, sostenida por el
gran especialista Adam McLean. Afirma asimismo que la página del Dr. Renau
Nebot es (era, porque aparece caída
en la actualidad) “la mejor página de información sobre hermetismo en Internet”,
lo que no se corresponde con la realidad. La web del Dr. Renau Nebot no hacía
más que exponer la estructura básica de los λόγοι herméticos tal y como se mostraba en su
edición de los textos y tesis doctoral, y además presentaba iguales o peores
defectos en lo que respecta a la forma de tratar la alquimia y la, digamos, “heterogénea”
sección de enlaces. Por último, me parece imperdonable que el Dr. Macías
considere a una página tan poco seria y rigurosa como es The Hermetic Library, una de “las mejores” en cuanto a recursos se
refiere.
En conclusión, esta “guía” del Dr. Macías no
es tal, sino que estamos ante un recuento azaroso de recursos inútiles y poco
apropiados que desconcertarán a la persona deseosa de acceder a un conocimiento
contrastado y de calidad sobre hermetismo y temas afines.
Pasemos ahora al tercer apartado, que sin
solución de continuidad con el anterior, nos “arroja” una serie de enlaces sin
ton ni son, cuyo supuesto elemento común es el de ofrecer a los usuarios textos
herméticos o gnósticos online. Pues
bien, de nuevo nos encontramos con que gran parte de esos enlaces están rotos y
no presentan biblioteca virtual sobre hermetismo alguna, salvo la Gnostic Society Library, cuyo valor
académico siempre he puesto en entredicho, debido a su carencia de afiliación
académica y un mínimo aparato crítico sometido a la revisión por pares; por el
contrario, nos encontramos con un recurso sostenido por una sociedad de corte
esotérico, si bien dotada con propósitos más o menos eruditos. Y nada que decir
con respecto a la Bibliotheca
Philosophica Hermetica, que sigue siendo, pese a sus fondos mermados, una
de las instituciones mejor valoradas de nuestro ámbito académico.
En cuanto al cuarto apartado, más de lo
mismo: enlaces rotos y carencia de un criterio de valoración. Lo que resulta
aún más sangrante es que el Dr. Macías desconozca las principales publicaciones
académicas sobre hermetismo y alquimia que existían por aquel entonces, y que
aún continúan su andadura, apoyadas por sólidos departamentos universitarios o
bien por investigadores independientes, como es el caso de Azogue que, esta vez sí, es mencionada, curiosamente en último lugar.
Y así llegamos al quinto apartado, que presenta idénticos defectos: los enlaces
no funcionan y su contenido no está convenientemente fundamentado.
¿Cuál es mi valoración? Muy negativa, claro.
A pesar de la buena voluntad que demostró el Dr. Macías por aquel entonces, la
mejor solución en la actualidad pasaría por retirar la página o bien
actualizarla, reflejando la gran cantidad de los recursos y los proyectos
académicos que existen en la actualidad, tanto en el ámbito hispanohablante
como en el internacional.
Le emplazo para una futura entrada de este cuaderno de notas en la que describa minuciosamente los recursos online sobre hermetismo y materias afines más interesantes, ¿de acuerdo?
¿De veras tengo que argumentar en contra de
esta página? Se trata de una web dedicada a yetis, ovnis, zombis y frikadas. Su inclusión en la primera
página de un buscador de Internet que supuestamente privilegia el “contenido de
calidad” es un insulto a la inteligencia y produce en nosotros una “duda
metódica” que empequeñece la conocida cartesiana: los genios informáticos de
Google han creado un algoritmo ingenioso y sofisticado, de eso no hay duda, pero
¿con qué fin?: ¿se busca el conocimiento o el entretenimiento? Y con respecto a
la “definición” que ofrece del hermetismo, qué decir, se trata de un “copia-pega”
elaborado por un usuario anónimo cuyo contenido semántico y sintáctico es
paupérrimo. No merece la pena que nos detengamos más en esto.
“El hermetismo es la Ciencia magistral del Universo, y llegó al planeta tierra en los
tiempos de Lemuria, según lo afirma la tradición,
traída por maestros
extraterrestres”, reza el encabezamiento
de la susodicha página…
Aquí
tengo que hacer una precisión al lector: demande calidad. No deje que le
mangoneen personas iletradas que por el mero hecho de defecar sus ideíllas en
la red, ganan un protagonismo impostado y espurio. Internet es, repito, un
recurso magnífico y una libérrima herramienta, pero sólo si es manejado por
personas “dignas”, es decir, aquéllas que en virtud de su oficio o vocación
tienen cosas que decir y disponen de los recursos y el talento para ello. ¿Qué
es el talento? Bien lo sabe usted: capacidad de abstracción, vasta cultura,
originalidad en la ejecución y habilidad dialéctica; desde Platón a nuestros
días así ha sido y eso no lo cambiará ningún hipócrita y estulto ganoso de
protagonismo.
“La Filosofía Operativa, inspirada en el Hermetismo del
universo, enseña el reglamento del tránsito, el mapa de carreteras de la vida.”
Abandonamos
el terreno sapiencial para adentrarnos en las turbulentas aguas de la doctrina
religiosa. Cuidado, y se lo digo como amigo, cuidado con creerse
tonterías por causa de sus carencias. Si se siente solo, agénciese un gato; si
está dolido con la humanidad, huya a la montaña o al bosque y medite; y si ha
perdido a alguien, recuérdele. Pero de ninguna manera le aconsejo que se
decante por vivir en un mundo de abstracción eidético-platónica, en una ilusión
sostenida por personajillos vampíricos que persiguen la muy terrenal finalidad
de domeñarle para sus siniestros propósitos crematísticos y lascivos. Recuerde
la genial cita de Andréiev: “La ciencia es
el misticismo de los hechos; la verdad es que nadie sabe nada.”
La
segunda página de resultados, además de incluir a Studia Hermetica (em, gracias,
supongo…), prosigue con las incoherencias y el contenido defectuoso
propio de webs esotéricas o de carácter personal, dirigidas por fulanos de
dudoso calado intelectual.
Otro
asunto que no quiero obviar en esta extensa entrada: la frecuencia de
actualización. En Internet hay una especie de psicosis colectiva por mantener a
la peña despierta y enmonada; se espera de la persona que escribe en el medio
digital que sea una especie de bombero-torero de la información, obligado a la
fanfarria y la pompa sapiencial e ilusionista. Así, cual hipnotizador
expresionista salido del Gabinete del Dr. Caligari, lo que mola es
escribir tres posts al día, a pesar de que el nivel intelectual de los mismos esté
a la altura de Sálvame deluxe. Amigos míos, no. En serio, deberíamos
cambiar el chip de una vez y demandar calidad por encima de cantidad. Para
cualquier escritor, humanista o académico que se precie es imposible escribir bien tropecientasmil páginas en un espacio de tiempo tan corto.
Estos escritorzuelos que vomitan novelones “de éxito” cada mes, lo hacen movidos
por el dinero fácil. Los verdaderos artistas de la palabra tardan lo que tengan
que tardar en gestar su obra.
En lo
que concierne a Studia Hermetica, me comprometo a su actualización trimestral y
anual, o lo que es lo mismo: cuatro posts y un artículo, ensayo o reseña
académicos al año. Otra cosa sería abandonar el proyecto a su suerte, y de momento no
estoy dispuesto a eso.
Detengámonos
ahora en varias entradas de la Wikipedia en español relacionadas con nuestros
campos de estudio, en particular los artículos “hermetismo”, “alquimia”, “ocultismo”
y “teúrgia”.
Ya me despaché a gusto en otra entrada acerca de su forma y contenido, pero
concretaré aún más. Hace meses caí en la cuenta de que alguien había alterado
subrepticiamente el tenor literal de mi pretérito texto, de la siguiente
manera:
“La
excelencia del hombre que ha realizado
la Gran Obra propuesta por la Alquimia es el núcleo de la antroposofía
hermética”.
La
oración subordinada adjetiva resaltada en negrita es una adición posterior y
ajena al texto original que pone en evidencia la escasa potencia intelectual de
su autor. ¿A qué “Gran Obra” alude, cuando de lo que hablo es del hermetismo
filosófico contenido en los Hermetica
tardoantiguos? A ver, lo que quiero poner de manifiesto aquí es que cualquiera
puede añadir contenido engañoso a los artículos de la Wikipedia, y siendo sus
controles escasamente especializados y eficaces, estas engañifas son muy
difíciles de detectar y corregir. Como es natural, no pienso revertir tonterías
de esta laya continuamente, tengo mejores cosas que hacer.
Me
gustaría que José Rodríguez escribiera alguna vez una entrada en su cuaderno de
notas con el fin de desmontar este artículo infame. Es tremendamente cansino
repetir lo que los especialistas en Historia de la Alquimia han demostrado por
activa y por pasiva: no, la filosofía hermética no está directamente vinculada
a la práctica de la alquimia greco-egipcia u “occidental”. No, no podemos
considerar a esa figura sincrética, Hermes Trimegisto, como el “Padre de la
alquimia”, sino que se trata de una de tantas tradiciones heredadas de la
Antigüedad (ésta en particular proviene de la Chrysopoeia del Filósofo Anepigráfico 2, ca. VIII-IX). No, no es
metodológicamente válido hablar de una “alquimia material” y otra “espiritual”,
antes bien, los sabios preilustrados basaban sus obras en postulados propter quid, y por ese motivo no
deslindaban como nosotros lo “manual” de lo “espiritual”.
Probemos
con un extracto:
“La mayoría eran
investigadores cultos, inteligentes y bien intencionados, e incluso
distinguidos científicos, como Isaac Newton y Robert Boyle. Estos innovadores intentaron explorar e
investigar la naturaleza misma. La base es un conocimiento del régimen del
fuego y de las sustancias elementales del que tras profundas meditaciones se
pasa a la práctica, comenzando por construir un horno alquímico.”
De acuerdo,
imaginaré que usted no sabe nada de alquimia, y procederé a desgranarle por qué
estas afirmaciones son ridículas e infantiles, lanzando interrogantes. En
primer lugar, ¿por qué un artículo de enciclopedia que pretende ser riguroso coloca
epítetos a los investigadores a los que alude en vez de analizar sus
descubrimientos y obras desapasionadamente?, ¿por qué añade aseveraciones
faltas de todo rigor académico y que no aportan información alguna al lector?
En segundo lugar, ¿qué es el “régimen del fuego”? y ¿a qué se refiere con esas
“profundas meditaciones” que pasan a la “práctica”? Y sólo planteo preguntas
porque el artículo en cuestión no examina la alquimia desde un punto de vista
historiográfico o filológico, o en otras palabras, que no está redactando un
artículo de enciclopedia, sino ofreciéndonos un cuadro sinóptico de sus
opiniones esotéricas, así que no hay nada que rebatir al que se limita a
consignar sus dogmas de fe.
Otro
ejemplo pseudoparacélsico:
“Para los
alquimistas toda sustancia se componía de tres partes: mercurio, azufre y sal,
siendo estos los nombres vulgares que comúnmente se usaban para designar al espíritu, alma y cuerpo, estas tres partes eran llamadas
principios.”
¿Quién
dice que “los alquimistas” afirmaban que toda sustancia se componía de esas “tres
partes”? Sí, sí, Paracelso (quien por cierto era médico y teólogo reformador,
no alquimista), pero repito la pregunta: ¿quiénes dicen eso?, ¿dónde?,
¿cuándo? ¿Y esa relación analógica entre los mencionados elementos y el
“espíritu”, el “alma” y el “cuerpo”?, ¿de dónde la sacamos? Por razones de
difícil exposición divulgativa, estos tres principios (que no “partes”) fueron
planteados por Paracelso (De mineralibus,
I, Opus paramirum, I, De natura rerum, I) con
el propósito de revolucionar la maltrecha medicina galénica: “Hac necessitate
adjunctus est Sali & Sulphuri Mercurius. Tria haec corporum omnium Principia”
(Petrus Severinus, Collectanea chymica
medico-philosophico-polonica, apud Petrum Bellerum, 1698, p. 62). O
bien: “In hoc Balsamo sunt Elementa & tria illa corpora, Sal, Sulphur,
Mercurius” (Petrus Severinus, Idea medicinæ
philosophicæ, fundamenta continens totius doctrinæ Paracelsicæ, Hippocraticæ,
et Galenicæ…, 1660, p. 58).
Dejémoslo
ahí. No merece la pena continuar expulsando espumarajos.
Este
artículo, apenas digno de mención, es un “quiero y no puedo” de la
pseudoerudición popular. Su método de aproximación a un fenómeno tan complejo
como el del “ocultismo”, ya sea considerado como tal, es decir, como un
cuerpo de doctrina más o menos homogénea que se fue desarrollando desde finales
del siglo XVIII para embarrancar en las primeras décadas del siglo XX, o bien visto de un modo más abstracto, tomando como referencias las “ciencias”
aparecidas en la Antigüedad Tardía empeñadas en desvelar las “cualidades
ocultas” analizadas con maestría por Festugière, es erróneo. Hay, como
en la inmensa mayoría de artículos de la Wikipedia, una carencia intolerable de
notas a pie de página, de fuentes y de referencias bibliográficas secundarias,
así como de un análisis contrastado sobre las distintas posturas en liza. Y apenas
se citan obras “ocultistas”, lo que demuestra de manera fehaciente la
enciclopédica ignorancia del autor de este despropósito.
Pero no
me limito a criticar, sino que propongo mi
propia definición de “ocultismo”, extraída de uno de mis artículos
(“Pneumaturgia…”, SHJ III, 1, pp. 5-8):
Desde nuestro punto de vista, el ocultismo del que
fueron deudores personalidades como Austin Osman Spare (1886-1956), Max
Théon (1848–1927), L. W. de Laurence (1868-1936), Louis Charbonneau-Lassay (1871-1946),
Ivan Aguéli (1869-1917), Gérard Encausse (Papus) (1865-1916), Pierre-Augustin
Chaboseau (1868 -1946), Victor-Émile Michelet (1861-1938), Joseph
Alexandre Saint-Yves (1842-1909), Antoine Fabre d’Olivet (1767-1825), Henri
Durville (1887–1963), Éliphas Lévi (1810 -1875),
Stanislas de Guaita (1861-1897), Emmanuel Lalande (Marc Haven) (1868-1926), Adolphe Desbarolles (1804 - 1886), Edward George Earle
Bulwer-Lytton (1803-1873), Albert Poisson (Philophotes) (1868-1893),
Camille Flammarion (1842-1925), Victor-Émile Michelet (1861-1938), Fernand
Rozier (1839-1922), Paschal Beverly Randolph (1825-1875), Arthur
Edward Waite (1857-1942), Edmund William Berridge (1843–1923), Robert Wentworth Little (1840-1878),
William Robert Woodman (1828–1891), William Wynn
Westcott (1848-1925), Samuel Liddell MacGregor Mathers (1854-1918),
Paul Foster Case (1884-1954), Paul Le Cour (1871-1954), Hargrave
Jennings (1817-1890), Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891), Henry Steele
Olcott (1832-1907), William Quan Judge (1851-1896), Annie Besant (1847-1933),
Katherine Tingley (1847-1929), Charles Webster Leadbeater (1854-1934). James Ingall Wedgwood (1883-1951), George Sidney
Arundale (1878- 1945), George Robert Stowe Mead (1863-1933), John
William Brodie-Innes (1848-1923), Robert William Felkin (1853-1926), John
Yarker (1833-1913), René Philipon (1870-1936), Frederick Hockley (1809-1885),
entre muchos otros, encaja muy bien en la definición de astrología planteada
por Festugière en el primer volumen de su Révélation:
“una amalgama de doctrina filosófica seductora y de mitología absurda[1],
y de métodos eruditos empleados a destiempo”[2].
Y sobre la base de estos tres elementos, argumentaremos:
En efecto, ocultistas y teósofos se valieron de una “seductora” filosofía
de corte platónico-hermético que pintaba una imagen de Dios infinita, atemporal[3],
una Tri-Unité que actuaba como ley
universal[4],
una teodicea que bascula entre el neoplatonismo y el deísmo[5],
y cuya gnoseología consistió por un lado en la visualización, la imaginación,
la “analogía” on détermine les rapports
qui existent entre les phénomènes[6],
la interpretación simbolizante, y en la habitual correspondencia astrológica, y
por otro en supuestas “técnicas” o sciences
occultes para alcanzar la clarividencia, la realidad oculta de la materia y
de algún modo la apoteosis y la gnosis, hablamos, claro está, de la théurgie, la magie y l’alchimie[7].
Y si bien se dejaba a un lado la argumentación dialéctica o filosófica, se
mantenía una forma de razonamiento inductivo sui generis, derivado de la mencionada analogie, y sobre la que Gérard Encausse traza su trinidad
epistemológica: faits, lois et
principes[8] y la pseudomatemática[9]
que con tanto ardor desplegó en obras como la Clef absolue de la science occulte: le tarot des
bohémiens (1889).
Todo esto se aúna a favor de
una representación del mundo fantástica en la que campaban forces fatales susceptibles de ser activadas por la acción del magiste, mediante sus poderes de
concentración y de irradiación sobre el “plano astral” o “pneumático”[10],
esa región oculta (o monde invisible[11])
y latente sobre la que el ocultista obraba sus supuestos prodigios, y en el que
se producía un dédoublement de l’être
humain. Este sofisticado constructo paracientífico trataba de elaborar un
universo a beneficio de inventario, adecuado a los propósitos del estudiante de
ciencias ocultas y a la realización de sus supuestas obras.
Un caso que merece especial
atención es el de aquellos estados de mediumnidad[12]
y clarividencia en virtud de los cuales, al teósofo (más que al “ocultista”,
que pretendía forjar en su sola persona una alianza entre profeta, sacerdote y
mago), podían revelársele la naturaleza oculta de la materia[13],
y las ideas-formas o impresiones que subyacen en los diversos estados de ánimo
y en los pensamientos humanos[14],
lo que suponía además una actitud positiva de cara a la ciencia y su evolución:
“nosotros podemos desvelar las regiones infinitesimales sin necesidad del
microscopio, y ahondar en la psique humana sin necesidad de la psicología”,
parecían susurrar estos indagadores de lo oculto. De esta manera, los avances
científicos correrían paralelos y en alianza con sus descubrimientos
mediúmnicos, en una lucha por reivindicar el poder del alma humana frente al
materialismo y al positivismo que buena parte de la ciencia asociaba a sus
quehaceres.
Eso sí,
tengo que decir que las entradas sobre ocultistas y movimientos relacionados,
como la Antroposofía, la Teosofía, la Ariosofía o el Neopaganismo, se cuentan
por centenares en los artículos de la Wikipedia escritos en inglés, alemán y
francés. Es tal el caudal de información que un examen detenido de éstos revela
al curioso lector numerosísimos datos jugosos. No digo más, que cada cual se
dedique a buscar por sí mismo.
4. Teúrgia
Dejo lo
mejor para el final. Este artículo nos enseña que la Wikipedia es un sitio
anárquico, en el que se puede encontrar lo mejor y lo peor de cada casa. Este
“artículo” en cuestión es una sonora estupidez carente del más mínimo sentido
de habilidad retórica, cuya validez es aún más difícil de encontrar que la
honra de un político. Ni siquiera tengo que argumentar; eche un vistazo a mi sección dedicada a la teúrgia y compare.
Construir una enciclopedia anónima es un error, y alejarla del método histórico-crítico y
científico para, paradójicamente, tratar de retornar a él, un despropósito. No
propongo su “cierre”, ni mucho menos, sino su conversión. La Wikipedia es una
buena idea mal manejada; desde luego no existe una receta perfecta para su
correcto mantenimiento y uso (como para nada en la vida), pero ya es hora de ir
limando sus asperezas y defectos. La libertad es buena si se utiliza
correctamente. Un moderador lego en la materia no sería capaz de distinguir lo
“bueno” de lo “malo” (lo incorrecto, el vandalismo), y probablemente en
ocasiones, por esta misma causa, se roce el ridículo.
Mi propuesta es bien simple: eliminar el anonimato de las
contribuciones y hacer una distinción muy clara entre conocimiento (artículos sobre ciencia, tecnología y humanidades), información (artículos sobre
acontecimientos presentes, tales como guerras, atentados, conflictos,
hambrunas…) y entretenimiento
(cultura popular en sentido amplio: páginas sobre actores, películas,
videojuegos…). Para cada sector de la Wikipedia, los moderadores deberían
poseer distintos perfiles: los primeros, deberían ser invariablemente académicos
(asociados a una institución pública o privada, o investigadores
independientes); los segundos, periodistas; los terceros, pues cualquiera (manteniendo la configuración
actual de la enciclopedia para este nivel de contribución). De esta manera se
garantizaría un mínimo prestigio y se aseguraría su supervivencia, consiguiendo
de paso otra de sus pretensiones: romper la exclusividad y el elitismo de las
enciclopedias tradicionales.
¿Cuál es la razón de esta propuesta? Sencilla: si la
Wikipedia es privilegiada en los buscadores porque
sí, sus administradores deberían ser conscientes de su responsabilidad frente
a la sociedad y su importante papel como agentes educativos. En otras palabras,
la “calidad” no deben medirla los informáticos sino los académicos, los
especialistas de cada campo.
Ahora,
si no le importa, retomemos el argumento principal (ya sabe, la mencionada calidad),
y respóndame: ¿los buscadores le han ofrecido tal “contenido de calidad” en los
ejemplos descritos? ¿No? Ergo, ¿de qué hablan los ingenieros informáticos
cuando se les llena la boca de semejantes conceptos? Puede que andemos faltos
de un buscador orientado a la divulgación veraz (o una herramienta
parecida que iguale la maestría de increíbles recursos como Google Books
o Google Académico). Aun así, los ejemplos enumerados me hacen ser
pesimista con respecto al futuro de la red, entendida ésta como una verdadera fuente
de conocimiento para aquellas personas legas en una materia cualquiera, que un
buen día deciden buscar información de calidad para su divertimento o trabajo
escolar. Para que me entienda: ¿comprendería que buscando recursos sobre
“astronomía” en Google no le apareciese la página de la Nasa entre los primeros
puestos? Pues eso es precisamente lo que ocurre con los fenómenos
históricos que estudiamos, ahogados en la marea sucia del esoterismo barato.
Por lo
demás, me resta recordar que nuestra campaña de crowdfunding sigue
adelante. Tendrá más noticias en breve.
¡Muchísimas
gracias por su atención, como siempre!
[1]
Dejamos para otro trabajo el estudio pormenorizado de la “iconografía
ocultista” y su particular mitología, de la que autores tan prolíficos como
Lévi hicieron gala.
[2]
Cfr. La Révélation d’Hermès Trismégiste (1983),
vol. 1. p. 89. Es más, creemos que esta definición acuñada tanto por
Bouché-Leclercq como por Festugière no es útil para referirse a la Antigüedad
Tardía que trataban, sino que debería ser aplicada mejor a estos occultistes, lo que nos recuerda que el
estudio científico sobre estas realidades se ha encontrado más de una vez
enturbiado por la opinión que sus autores tenían sobre sus supuestos herederos
decimonónicos.
[3] Cfr. por ejemplo, CROWE, C., The Night Side of Nature, 2 vols.,
London: Martin and Stephens, 1848, p. 28. La atemporalidad de Dios es una
característica común a las teodiceas platónicas más heterodoxas, y el ocultismo
no iba a ser una excepción a esta regla.
[4]
Traité pratique élémentaire de science
occulte, p. 4 (de ahora en adelante, Traité
pratique). Es más, Papus remite a Balzac (concretamente, a su obra Louis Lambert) para enunciar los tres
mundos que constituían el todo: el natural, el espiritual y el divino (ibid., p. 37). La antropología ocultista
obraba del mismo modo: “Les occultistes enseignent que l’homme est composé de
trois parties: l’âme, le corps astral, et le corps physique” (FLAMMARION, C.,
pp. 367-368). Igualmente discurre Lévi: “Il y a trois mondes intelligibles qui
correspondent les uns avec les autres par l’analogie hiérarchique: Le monde
naturel ou physique, le monde spirituel ou métaphysique, et le monde divin ou
religieux” (Dogme et rituel de la Haute
Magie, vol. 1, París: Chacornac Frères, 1930 (de ahora en adelante, Dogme), p. 137). Como se puede ver, la visión
del ocultismo que aquí exponemos es, principalmente, la de los autores
franceses de finales del siglo XIX; una descripción completa y exhaustiva que
tuviera en cuenta cada uno de los autores implicados en ese enorme escenario
europeo, escapa a los estrechos márgenes de este trabajo.
[5]
El panteísmo, el deísmo y el inmanentismo son características comunes a la
teología hermética y a otras filosofías antiguas, como el estoicismo. Sobre la
diatriba “ocultista” entre el neoplatonismo cristiano y el panteísmo hermético,
recomendamos la lectura del troisième
dialogue: Un pantheiste-Éliphas Lévi, en Le livre des sages, París:
Librairie Général des Sciences Occultes, 1912, pp. 23-32.
[6]
Cfr. por ejemplo, PAPUS, Traité pratique,
p. 477 o Traité pratique élémentaire de
science occulte, p. 28 (de ahora en adelante, Traité occulte). Estas y otras ideas son repetidas de manera
resumida en otra de sus obras: La science
des mages, París: Librairie du Merveilleux, 1892. La misma idea encontramos
de manera recurrente en Lévi, con bastante probabilidad el fundador de este
curioso modo de razonar, si bien ejecutada de un modo más “abstracto”, (Dogme, vol. 1, pp. 137, 157, 159, 182, 203, 217, etcétera). Este modo de razonar
abstruso, enigmático y heraclitano que tuvo Lévi, le valdría el apelativo de transcendentalist (Waite, por ejemplo,
en su introducción a la Neurypnology
de J. BRAID, p. 58, y en The Book of
Ceremonial Magic, London: William Ryder & Son Ltd., 1911: “Ritual of
Transcendental Magic”).
[7]
PAPUS, Traité occulte, p. 3.
[8]
PAPUS, ibid., p. 34.
[9] PAPUS, ibid., pp.
45-53.
[10] Cfr. LÉVI, E., Dogme,
p. 53. La llamada Theorie
der Geisterkunde (1808) de Jung-Stilling, cuya traducción inglesa, a cargo
de Samuel Jackson, conduce al término Pneumatology.
[11]
PAPUS, Traité occulte, p. 5.
[12]
Haremos mención aquí del caso de Friederike Hauffe, la “Seeress of Prevorst”,
en cuyo caso se basó Kerner para su obra Die
Seherin von Prevorst (1829), dado que efectivamente sirvió de inspiración
para la constitución del movimiento espírita.
[13] LEADBEATER, C. W.; BESANT, A., Occult Chemistry, London: The Theosophical Publishing House, 1919
(primera edición, 1908). Los supuestos descubrimientos
pseudocientíficos llevados a cabo por los teósofos, resultan tan asombrosos
como útiles para el historiador de la ciencia: “Three states of matter exist
between the atomic state and the gaseous (…) We have been obliged to name this states; we call the
atomic state of the chemist elemental;
the state which results from breaking up chemical elements, pro-elemental; the next higher, meta-pro-elemental; the next higher, hyper-meta-proto-elemental; then comes
the atomic state” (p. 24).
[14] LEADBEATER, C. W.; BESANT, A., Thought-Forms, London and Benares: The Theosophical Publishing
Society, 1905 (primera edición, 1901).
muy buena exposicion de tu punto de vista........
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