viernes, 25 de julio de 2008

Notas al pie


Hoy voy a hablar de unas curiosas notas a pie de página discretamente insertas en dos obras muy conocidas del ocultismo francés decimonónico. Las obras son la Historia de la Magia de Eliphas Lévi y el Tratado Elemental de Magia Práctica de Papus. Ambas son traducciones españolas "antiguas" (de entre finales del siglo XIX y principios del XX). Alfredo Rodríguez Aldao, que tradujo y comentó con generosidad algunas obras del entorno ocultista de la época, fue un teósofo español que adoptó el pseudónimo de Enediel Shaiah, supongo que con ánimo de ahondar en la moda orientalizante de la época. El otro traductor-teósofo que voy a nombrar hoy es el madrileño Rafael Urbano. El primero, el Sr. Rodríguez Aldao, que yo sepa, tradujo en 1896 El catecismo budistade Henri Durbille, unas Cartas Rosacruces (1901), y escribió un Diccionario de ciencias ocultas (1904), además de este Tratado Elemental de Magia Práctica del Sr. Encausse, y que en nuestros días ha sido publicado en edición facsímil por la Editorial Humanitas (1990). Para una descripción general de este ambiente teosófico-ocultista español, remito al lector a los trabajos de Jordi Pomés Vives, "Diálogo Oriente-Occidente en la España de finales del siglo XIX. El primer teosofismo español (1888-1906)", y de José Rodríguez Guerrero "La Alquimia en España durante el Período Modernista a través de sus Libros".

En primer lugar, he de decir que el estudio de esta "Teosofía" de Blavatsky, no entra dentro de mis aspiraciones, y es un tema en el que he profundizado muy poco por puro desinterés. No obstante, mientras leía esta curiosísima obra de Papus hace ya algunos años no pude sino detenerme en los abundantísimos comentarios de este Alfredo-Enediel, que iban orientados en cierto sentido, supongo que siguiendo la ubérrima controversia "de salón" de la época, controversia en la que las damas y los caballeros de la burguesía desocupada de las grandes ciudades europeas se abandonaban a la especulación más alegre y a los desatinos más graciosos. Y este Alfredo-Enediel no fue una excepción. En concreto, los comentarios de este señor iban dirigidos contra la religión en general (a la que ubicaba en una "era teológica"), y la católica en concreto, a la que atacaba por ser la "menos esotérica", la que menos "verdad oculta" albergaba.

El segundo grupo de comentarios de A.-E. se refiere sobre todo a la magia; por lo que entendí, consideraba que el ceremonial inherente al ritual mágico era una costra inservible e inútil por lo que de ceremonia religiosa albergaba, una costra que se desprendería irremediablemente cuando las verdades del teósofo-ocultista triunfaran, y patatín y patatán. Bueno, considerando esto, supongo que los teósofos creían en una especie de antropocentrismo todopoderoso, cuyo revestimiento religioso judeocristiano era una especie de rémora. Una rémora que apartaba al "hombre libre, poderoso e ilustrado" del progreso y del conocimiento de la verdadera divinidad. El evolucionismo de raíz más puramente decimonónica se muestra aquí con un brillo un poco extraño, considerando que hablamos de "ocultismo", una corriente de pensamiento que en teoría debería ser contraria a toda actitud científica y evolucionista. Y es que el Sr. Hanegraaff tenía razón cuando en el foro de discusión de Adam McLean decía esto mismo:
"...there exists a widespread tendency to perceive "esoteric" or "occultist" traditions as inherently anti-modern, since they espouse "mystical" or "irrational" attitudes that are considered incompatible with rationality and science. This tendency is closely connected to the idea that such traditions are essentially static and conservative, in contrast to the dynamic and progressive nature of modernity. Recent research demonstrates such assumptions to be over-simplistic, and incompatible with the evidence. During all the phases of the emergence of modernity one finds, rather, a complex involvement of western esoteric currents with mainstream developments that are seen both as reflections of, and as contributions to, the emergence of the modern world (see, for example, the relation between the Hermetic revival and Renaissance humanism, alchemy and the scientific revolution, esoteric Freemasonry and the Enlightenment, Spiritualism and nineteenth-century positivism, modern Theosophy and evolutionist anthropology, Mesmerism and the rise of psychology, New Age religion and postmodern consumer culture). The complex and often paradoxical interrelation between western esotericism and the history of modernity cannot be understood without a critical contextual approach which recognizes that traditions associated with "magic and the occult" are subject to continuous change and creative innovation under the impact of new social and historical conditions, rather than being stale "revivals" or mere residues of past ages".
La cita es muy larga, pero creo que vale la pena ponerla aquí, porque nadie podría ser más conciso y convincente en estos lares que el Sr. Hanegraaff. En efecto, el movimiento (la dialéctica) de la Ilustración (desde mi punto de vista, el segundo y el más importante eje histórico-filosófico de la Modernidad, y no sólo en Occidente), ha impuesto desde el siglo XIX el método científico como método indiscutible, y en virtud del cual cualquier construcción con vocación heurística debería regirse. Y los movimientos ocultistas de los siglos XIX y XX no son una excepción. Los teósofos-ocultistas-magistas y un montón de -istas más hasta nuestros días conocen, o al menos intuyen, este trasfondo vertebrador de nuestra visión de las cosas. Y por esa razón tratan de galvanizar formas de pensamiento esencialmente "irracionales" con una apariencia científica, digamos, peculiar. Por supuesto, en el fondo sostienen los mismos planteamientos que sus supuestos antepasados tardoantiguos, renacentistas e iluministas, pero con el extravagante barniz científico-evolucionista, supongo que sobre la base de este principio: "si todo evoluciona, la religión no será una excepción". Está claro que esta forma de concebir la religión es simplona y prejuiciosa (sobre todo en lo que se refiere a la católica), pero es una concepción que ha trascendido a los movimientos esoterizantes actuales; porque salvo algunas excepciones, los ocultistas veían (y ven) en la religión una especie de enemigo tiránico y fanático que aleja al hombre de la verdadera realidad de Dios, y de su verdadero poder sobre la realidad física. ¡No me digan ustedes que no encuentran esto fascinante y divertido!

En cuanto al Sr. Urbano, el segundo de los teósofos españoles que antes cité, llegaría a ser uno de los más reputados teósofos españoles, y la prueba es que fue durante cierto tiempo el director de la revista Sophia, que operó desde 1893 hasta 1914, y que se autodenominaba el "órgano oficial de la Sociedad Teosófica en España". Pues bien, este Rafael Urbano prologó y anotó una edición española de la Historia de la Magia de Lévi publicada en 1922, y que nos deja esta perla inolvidable:
"...y el Así hallaba Zaratustra de F. NICTZSCHE. Curiosa y sugestiva interpretación de un hombre de occidente de la magia de la fuerza" (p. 35).
Y no he patinado al escribir el título de esta obra inmortal de Nietzsche y su apellido, lo que ocurre es que el tal Urbano o el escriba o mecanógrafo correspondiente así lo reflejó, el muy lumbrera. Si es que uno debe reírse con estas cosas, pero antes de la carcajada uno debe pensar en otras cosas más importantes, a saber: ¿qué cantidad de interpretaciones torticeras y bizarras pueden desprenderse de las doctrinas esotérico-ocultistas?, o bien, ¿hasta dónde llegaba y llega la ignorancia de los "herméticos" actuales? O más importante aún, ¿debemos considerar que la obra de Nietzsche es en cierto modo una filosofía platónica?, y no, no he enloquecido. Recuerdo que en un suplemento cultural leí un interesante artículo en ese sentido, creo con motivo del centenario de la muerte de este gran filósofo. Desde luego, Nietzsche se sentía cercano a la filosofía de Heráclito, pero también podemos rastrear algunas de sus ideas-fuerza en el materialismo estoico (y en el de Giordano Bruno, me atrevo a decir); pero que nadie se equivoque, no digo que Nietzsche sea un filósofo "hermético", lo único que digo es que sus raíces filosóficas son indefectiblemente platónicas y algunos de sus conceptos pueden parangonarse a algunas de las filosofías materialistas del helenismo, filosofías usualmente favorables a la idea del devenir cosmológico.

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