domingo, 6 de julio de 2008

Mística y hermetismo


Hay en la entrada a la capilla de la vieja universidad salmantina un recuerdo a una de las figuras más representativas de la mística española del s. XVI: San Juan de la Cruz. Se trata de la inscripción de unos conocidos versos del poeta: "...volé tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance". Creo recordar que es este verso en concreto, pero no estoy completamente seguro.

El motivo de hablar ahora de esto es aludir a la relación entre los conceptos de "mística" y de "místico", y su supuesta relación con el esquema de revelación hermético. Yo creo que, cómo no, se puede relacionar la ascensión mística cristiano-neoplatónica y algunos aspectos de la filosofía hermética, pero que esta relación debe plantearse en términos muy generales. Algo así es lo que sostiene Giuseppe Mazzocchi en su interesante artículo "Mistica ed esperienze iniziatiche" (en L'Ermetismo nell'Antichità e nel Rinascimento, Milano: Nuovi Orizzonti, 1998, pp. 73-88). La refinada mística de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, debe ser colocada en su justa ubicación neoplatónica, y en concreto (porque eso de "neoplatónico" es un término excesivamente vago si tenemos en cuenta la ecléctica condición de los filósofos que lo integran), en función de la concepción de anábasis anímica de Plotino, es decir, en una vertiente mística eminentemente estética e intelectual, y en absoluto dada al formalismo de apariencia científica (en sus vertientes pseudoluliana y astromágica, etc.) y al ritualismo paganizante, propios de lo hermético.

Me tomo la libertad de exponer los versos de San Juan de la Cruz que considero más cercanos a lo que pretendo decir:
"Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo".
Se ha dicho que la poesía de este gran poeta español es oscura y de una belleza no siempre comprendida y compartida, y es que no es para menos dada la índole "gnóstica" de lo que tenemos entre manos. Y aquí quizás sería útil citar la célebre y excelente obra de Gershom Scholem, La cábala y su simbolismo, cuando en su apartado "La autoridad religiosa y la mística" describe magistralmente el carácter de lo místico. Dice Scholem que "en el fondo, la experiencia mística es amorfa" (Madrid: Siglo XXI de España, 1978, p. 7), y tiene razón al menos en lo que se refiere a místicos como San Juan de la Cruz. Ese carácter "amorfo" de la revelación mística tiene su paralelo, sobre todo, en el tratado del Corpus que habitualmente se considera de carácter más "gnóstico", el CH I Poimandres:
"La visión, de súbito, se había abierto ante mí y contemplé un espectáculo indefinible: todo se había tornado luz sobrenatural, serena y alegre, de la que me enamoré con solo mirarla".
En efecto, todas estas formas de ascensión al Uno, al inefable, a Dios, etc. tienen un carácter eminentemente informe debido, creo yo, a la propia naturaleza del concepto de gnosis. Sigue diciendo Scholem que el carácter más o menos revolucionario o "luciferino" (Blake, Rimbaud) de estas imágenes o símbolos de revelación de revestimiento indistintamente religioso, es el que marca las difíciles relaciones entre la autoridad religiosa y el místico, y el que provoca las fricciones más "peligrosas" y evidentes registradas por la historia de las religiones. Pero lo esencial, y la razón por la que hablo hoy de esta cuestión, es que la mística cristiana no tiene mucho que ver con el esquema de revelación hermético, y sólo de forma muy vaga y general podemos relacionar las concepciones místicas de las religiones monoteístas (judía, musulmana y cristiana), con la concepción piadosa y antropocéntrica del hermetismo, sobre todo a partir del Renacimiento. Sin embargo, ese carácter estético-místico del neoplatonismo plotiniano sí creo que puede rastrearse en las tres religiones aludidas, en las que el elemento hermético es marginal y con frecuencia puesto bajo sospecha de heterodoxia e incluso de herejía. Creo que nunca se insistirá demasiado en esto, contando con la abundante literatura que circula por ahí que tiende a confundir y a meterlo todo en el mismo "saco de lo gnóstico".

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