martes, 15 de julio de 2008

Imaginación y Teosofía



God made the petreous rocks, the arboreal trees,
tellurian earth, and stellar stars, and these
homuncular men, who walk upon the ground
with nerves that tingle touched by light and sound.
J. R. R. Tolkien, Mythopoeia.
Hace unos días recibí un correo informativo del Cambridge Centre for Western Esotericism. En él se informaba de una conferencia prevista para octubre de este año, cuyo título reza "HIDDEN SOURCES: Western Esoteric Influence on the Arts". Como su mismo nombre ya deja entrever, tratará sobre la influencia de algunas doctrinas esotéricas en las artes, tanto en la música y la literatura, como en lo que denominan "geometría esotérica". Los ponentes son absolutamente desconocidos para mí, pero sus trabajos me parecen realmente interesantes. En concreto, hoy voy a hablar de lo que me sugiere la ponencia de Malcolm Guite. El Sr. Guite departirá sobre la influencia "esotérica" de obras como la Boehme y Swedenborg en autores anglófonos de la altura de Blake, Yeats, Coleridge, Milton, Lewis y Tolkien. Esto me ha recordado dos cosas: por un lado la muy diáfana exposición de Faivre sobre la Teosofia (en el segundo volumen de su Accès de l'Ésoterisme Occidental), y por otro, el bellísimo poema Mythopeia de Tolkien, y la sugerente visión de la Creación descrita en el Silmarillion.

¿Qué relación puede haber entre el esquema teórico de la "Teosofia", un movimiento de inspiración hermética/esotérica desarrollado principalmente entre los siglos XVI y XVIII, y la obra literaria de estos autores? Pues muy sencillo: el elemento "imaginativo" (Imago, imagen) del movimiento teosófico como vértice gnoseológico fundamental de sus obras. Como escribió Faivre: "La théosophie est une sorte de théologie de l'image" (París: Gallimard, 1996, p. 53), y cuando se observan las ilustraciones, por ejemplo, de la obra de Boehme Theosophische Wercke (Escritos teosóficos), se entiende enseguida esta afirmación. En la introducción que realicé sobre el hermetismo y el arte de la pintura sólo dejé constancia de la importante influencia de las artes "lulianas" o pseudolulianas para el desarrollo del arte de la memoria hermético, pero no incidí demasiado en uno de los elementos de mayor presencia en los movimientos "esotéricos" o hermetizantes de la actualidad. Me refiero, claro está, a la vis imaginativa (en el sentido de "creación de imágenes" o "sub-creación", como diría Tolkien), como registro gnoseológico desvelador de la realidad suprasensible, espiritual, divina, o como se le quiera denominar.

Este elemento puede entenderse, creo yo, como un paso más en el proceso de "mistificación" (o de ensombrecimiento) de esa pretensión pansofística que considero más propia del hermetismo llanamente renacentista que de los movimientos teosóficos posteriores. En cualquier caso, lo que es cierto es que para los teósofos, serán más importantes "mitos" e imágenes religiosos como la caída de Adán, Lucifer, o la angelología cristiana, que cualquier otro intento de comprensión filosófica de sustrato neopitagórico, neoplatónico o pseudoluliano de raíz más puramente bajomedieval y renacentista... ¿Quién sabe? quizás aquí radique una de las claves de la decadencia de la filosofía hermética a partir del siglo XVIII. Asimismo, podemos estar seguros de que se trata de una evolución bastante comprensible, contando con el progreso científico operado desde principios del siglo XVII, y la consiguiente Ilustración dieciochesca.

La filosofía hermética, creo que ya lo he dicho en otro lugar, es una filosofía construida sobre la base de imágenes, y aún en nuestros días lo sigue siendo, pero lo que es indudable es que el abandono de la sistematización bruniana y patriziana y la exaltación antropocéntrica de Pico della Mirandola, etcétera, dejarían paso a una vía de reinterpretación con bases heurísticas bien enraizadas en la Reforma, que acabaría por transformar a las doctrinas inspiradas por el Trimegisto en pura poesía.

Debemos decir que Antoine Faivre no considera a esta vis imaginativa como un elemento exclusivo del movimiento teosófico. Los seis elementos constitutivos que este autor considera fundamentales para que una filosofía o doctrina pueda ser estudiada por la disciplina histórica denominada "Esoterismo Occidental", pueden resumirse en: 1. Idea de correspondencia o simpatía; 2. Naturaleza viviente; 3. Imaginación y mediación; 4. Experiencia de la transmutación; 5. Práctica de la concordancia; y por último 6. La transmisión. Ahora no procede explicar cada uno de estos elementos. En el futuro hablaré más tranquilamente acerca de mis impresiones sobre la validez y utilidad de esta visión teórica sistemática y holística que es el Esoterismo Occidental. Lo que ahora nos concierne es el tercero de los elementos, al que Faivre describe de este modo (pp. 28-29):
"...la faculté qui justement permet d'utiliser ces intermédiaires, symboles, images, à des fins de la gnose, de mettre en pratique active la théorie des correspondances et de découvrir, voir, connaître, les entités médiatrices entre le divin et la Nature".
Mi opinión es que este elemento se muestra con todo su esplendor a partir del Renacimiento, al menos en lo que se refiere a la filosofía o la teología. Tengo muchas reticencias para aceptar que se pueda hablar con propiedad de este tipo de "registro gnoseológico imaginativo" para la Antigüedad Tardía y la Edad Media, donde tendríamos que utilizar, o eso creo, otra clase de conceptos o definiciones.

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