domingo, 12 de febrero de 2012

Veritas Odium Parit (cuarta parte)


“Por eso, la peor angustia del mundo estriba en tener conciencia de muchas cosas pero no poder controlar ninguna” (Heródoto, IX, 16, 5).


Hoy vuelvo con una de mis más fervientes obsesiones: el concepto del saber en nuestras actuales sociedades. Estos años de estudio y de formación de mi propio espacio (en forma de proyectos académicos y artísticos), han hecho que pueda construirme una opinión bastante aproximada de cómo y adónde se dirige el saber en nuestro país (y cuando digo “saber”, hablo de la cultura y la universidad, y también de la innovación, la investigación y la capacidad inventiva, entre otras muchas cosas que ninguna institución puede enseñar, como son la clase, las buenas maneras, la elegancia y el buen gusto). Por cierto que podríamos hablar de la cultura o de la universidad como de cualquier otra cosa, porque estamos asistiendo a un amago algo preocupante durante estas primeras semanas del aún joven 2012. El barco va a la deriva , haciendo uso del castizo lenguaje marinero. ¿Y por qué? La respuesta no es unívoca ni sencilla, pese a que uno sienta tentaciones de despachar todo el asunto con una frase altisonante. 
Hay que tener en cuenta que nuestro país, estimado lector, es un reino muy particular en estos difíciles y movedizos terrenos de la cultura. Y podría decir prácticamente lo mismo de nuestros hermanos hispanos, supongo. Pero no lo haré por vergüenza torera. En mi opinión, esto es así porque desde antiguo se han valorado más la tradición y la obediencia, que la innovación y el espíritu de libertad que han caracterizado, con altibajos, al quehacer cultural de otros países europeos. Para estos países, la cultura no se despachaba entre una serie de pedantes y vagos pseudointelectuales que andaban de cháchara por los cafés de Madrid o Barcelona, proclamando con discurso grueso panfletismos políticos al margen de la paupérrima e iletrada plebe (en fin, el mismo tipo de intelectualidad barata y aburguesada que atacaba ferozmente Dostoievski en Los Demonios), sino de algo mucho más sutil y sencillo: el aprecio por la palabra escrita y la conciencia queda del valor del trabajo. Ese aprecio que se construye día a día, silenciosa y constantemente.
Y tranquilos, no tengo especial intención de utilizar ese recurso facilón que consiste en despachar a nuestra malograda patria con cuatro insultos e imprecaciones prefabricados, que ya nos lo decía la preclara y aguda inteligencia de nuestro Mariano José de Larra, tiempo ha:
« “En este país...”, ésta es la frase que todos repetimos a porfía, frase que sirve de clave para toda clase de explicaciones, cualquiera que sea la cosa que a nuestros ojos choque en mal sentido. «¿Qué quiere usted?» -decimos-, «¡en este país!» Cualquier acontecimiento desagradable que nos suceda, creemos explicarle perfectamente con la frasecilla: “¡Cosas de este país!”, que con vanidad pronunciamos y sin pudor alguno repetimos» (“En este país”, 1833).
España tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero de una vez por todas debe tomar conciencia de los vertiginosos cambios que se están operando en el resto del mundo, o acabará en ese lamentable estado en el que se encuentran otras naciones que no es preciso citar.
Hagamos algo de memoria. Desde hace unas décadas, esa entrañable generación de ciudadanos criados en la Posguerra, nos ha repetido hasta la saciedad a los cachorros nacidos entre mediados de los setenta y mediados de los ochenta, que “estudiáramos”. Y esto es muy loable, qué duda cabe, pero es perfectamente conocida su española y abierta intención de que su retoño “se colocara”, antes que otro propósito de índole más bohemio o elevado. Hablo en términos generales, naturalmente. Y así, una generación entera ha pasado –de hecho, está pasando– toda una década de su vida malgastando sus energías estúpidamente en esa institución podrida y absurda que es la universidad, más como un ritual ciego de nuestra cultura, que por el fruto de una verdadera vocación e inclinación por crear, cambiar o desplegar su alma. Y así, cientos de “licenciados” están siendo escupidos tontamente a una sociedad que los recibe con una colleja: “¿Qué saben hacer estos boquiabiertos y babosos coge-apuntes? ¡Ni la o con un canuto!” (piensannuestras generosas y modernas empresas). Por no hablar de que al menos la mitad de ellos deberían haberse decantado por otras dignas vocaciones al margen de las humanidades y de las ciencias sociales. ¿Y cuál es la forma de “rebotar” que están teniendo estos letrados mozalbetes? Pues bien, quitando a aquellos que sencillamente se dedican a mirar a las musarañas, muchos otros tratan de volver a la universidad, amparados en ese negocio absurdo que son los másteres y los doctorados tontos y faltos de vocación y talento (cuatro años más otros cuatro, generan un sueldito de ochocientos pavos durante casi una década… luego merece la pena el estéril esfuerzo, ¿no?). Y en fin, un porcentaje (no sé si alto o bajo) tiene la suerte y el talento de trabajar en aquello para lo que han estudiado, muchas veces patrocinados por familiares: “Hey Paco, ¡que mi Manolito ha terminado la carrera!…” (es el caso habitual en las ciudades pequeñas, como Granada). Y bueno, un caso vagamente aparte lo constituye esa entrañable figura del “opositor”, que integra a una masa variopinta de “soñadores” que enarbola una gloriosa idea a la altura de un Luther King o de un Gandhi: aposentar sus traseros en una sinecura pública y languidecer a gusto: “Sara, por fin podremos cumplir nuestro sueño: hipotecarnos a cuarenta años y pegarnos un viajecito de novios a Punta Cana”. Y todos estos lúgubres hechos, en un país que carece de un tejido industrial y empresarial fuerte y competitivo como el nuestro, dan como resultado el lento declinar que padecemos, y puede que la misma autodestrucción a largo plazo (¡Lejos, pobre España, lejos de nosotros el profeta y la profecía! “La calamidad europea”, M. José de Larra, 1835).  
Y es que el lenguaje, estimado lector, nos vuelve a jugar una mala pasada: se nos habla de “fracaso escolar”, y de “falta de preparación” a todas horas en el telediario… pero aceptémoslo de una vez: esto no es otra cosa que una retórica regla de estilo, debido a que una gran parte de aquellos que integran las listas del INEM son esos mismos retoños con una o dos carreras y un máster en paridas del tipo Asimilación Urbana de los Métodos Aplicados, o Experto en Gestión de los Recursos Fluviales en el término de Valladolid, etcPor lo tanto, se dibuja día tras día un inusitado y cómico retrato, a saber: el de esa gris y suburbana cola del paro en la que se dan cita el cani y el doctor: el uno hablando del Gran Hermano y el otro del último botellón en casa de Vanessa. En fin, cada vez que pienso en esto, me viene a la mente el cómic de ese genio que es Francisco IbáñezChicha, Tato y Clodoveo (de profesión, sin empleo)Porque, efectivamente, la respuesta de esta nuestra gloriosa generación de treintañeros a la crisis, no es otra que el hedonismo barato y el alargamiento indefinido de la adolescencia, dando lugar a un nuevo tipo de españolada: en vez de los Martínez Soria y los Andrés Pajares, nosotros proponemos al futuro algo mejor y más moderno: los Yónatans las Yénifers, bajo la divisa de “cobro cuatro duros y no voy a poder formar una familia en los próximos quince años de mi vida, pero me lo pasé de puta madre en el pub anoche”.
De acuerdo Iván, -podrá pensar acertadamente el curioso lector de estas líneas-, ya veo que eres un listillo y un pedante, pero cuál es tu alternativa a esta algarada y a este cachondeo. Mójate al menos, cenutrio. Pues bien, contestaré a esta hipotética e hipostasiada réplica con un encogimiento de hombros: humildemente me limito a tratar de sobrevivir, trabajar y cultivarme, y a observar atentamente lo que me rodea, para si así se da el caso, sucumbir al menos con las botas bien puestas. Nada de eso amigos, para arreglar problemas tan graves como éstos, que mezclan una herencia cultural bastarda, con una ignorancia y una estrechez de miras manifiestas, se necesita mucho más que un buen nivel de inglés y un máster en economía: se necesitan grandeza y altura de miras. Y aquí, amigos míos, es donde se hace necesaria una fuerte cultura de corte humanista, y no la pésima formación técnica de esos pobres enanos mentales que tenemos la fortuna de tener en las primeras líneas de la política y la economía. Estamos tan acostumbrados a que las personas cultas sean vistas como unos pobrecitos empollones, eternamente aturdidos y pusilánimes y sin ánimo y voluntad para emprender nada que merezca la pena, que hemos renunciado a concebir a un hombre o a una mujer de coraje y gran capacidad de sacrificio y trabajo, dotados ineludiblemente de una vasta cultura que les haga más fuertes y equilibrados frente a los continuos cambios que genera el mero transcurrir del tiempo. Algo absolutamente necesario si se desea no tanto “cambiar las cosas”, como dirigir convenientemente el gobernalle. Todos debemos remar para que este barco vuelva a tomar un rumbo cierto.
Definitivamente, los Veritas Odium Parit se están convirtiendo en todo un subgénero satírico de corte hermético. Y por cierto, cuando ataco a la universidad o a cualquier otra institución, no tengan duda alguna de que tengo muchos ejemplos bochornosos en mente. Si nunca personalizo mis invectivas es porque no me gusta darle bombo a los personajillos. Verán que cuando se trata de realizar una loa a alguien digno, soy el primero en hacerlo, pero no estoy dispuesto a ponerle nombre y apellidos a la estupidez humana. Mucho me tendría que calentar para eso.

domingo, 1 de enero de 2012

Feliz Año Nuevo


Vamos a comenzar bien el año, estimados lectores y amigos. Y qué mejor forma que estrenando número deStudia Hermetica Journal. No obstante, recapitulemos: este año 2011 que acaba ha sido un año extraño y nefasto en muchos sentidos: crisis económica, revoluciones y tragedias sísmicas y nucleares, matanzas, y un largo etcétera de fatalidades y hechos terribles que nos hacen desear olvidarlo. No obstante, la maldad y el caos llevan aparejados cambios fundamentales en las sociedades, y una buena dosis de renovación y esperanza. Así de complejo es este mundo, qué le vamos a hacer. La denominada "Primavera Árabe", de cuyos durísimos coletazos aún somos testigos, la retirada de las tropas estadounidenses de Irak tras una década de ocupación, una de las mayores crisis económicas que ha tenido lugar en el último siglo y que aún tendrá por algunos años más al mundo en jaque, uno de los más devastadores terremotos y maremotos que hemos tenido la oportunidad de sufrir, y en fin, muchas otras tragedias que han sacudido nuestras conciencias, no pueden sino llevarnos a un estado de pesimismo y de "estrés pos-traumático"... A pesar de esto, tengan en cuenta que la marea imparable del tiempo continúa, y que, como he dicho antes, la negrura deja entrever los rayos de la esperanza de un modo extraño y maravilloso.

Anunciaba Cipriano de Cartago, allá por el siglo III de nuestra era (es decir, hace aproximadamente la friolera de 1.800 años), que el mundo "llegaba a su fin "; es decir, que sufría de un mal que acualmente sentimos muchos con respecto a nuestra realidad histórica, y desde luego, este hecho debe hacernos reflexionar. Después de esa pequeña referencia de la Iglesia que es nuestro antiguo obispo de Cartago, de esa mota de polvo en un inmenso desierto de arena, se han emprendido millones de empresas, y han crecido para luego decaer, y han muerto y han nacido una infinidad de personas. Una miríada incontable de cosas que parecían inapelables e indestructibles, sencillamente han desaparecido, a veces incluso de nuestra misma memoria. Podemos encontrar una explicación y una conclusión sencilla para eso: la realidad humana avanza y avanzará; la vejez se extingue con la muerte; y debemos trabajar y mirar hacia adelante, con el fin de renovar constantemente nuestro presente. La esperanza también se construye, y no sólo se sueña, no lo olvidemos. La democracia avanza, las dictaduras se ven cada vez con mayor recelo, y el ansia de libertad de la gente se puede comprobar incluso en un medio tan frío como es Internet. La historia de los pueblos se construye desde sus individuos, y muchos niños aún han de nacer antes de que todo esto se vaya al carajo.

No ha sido un año fácil, ni en lo personal ni desde luego en lo social. Pero ha terminado. A seguir luchando, amigos.

Nuestro humilde proyecto continúa, tratando de cerrar esta primera etapa de consolidación, prueba, iniciación y formalización. Este todavía pequeño rebrote de la Revista Azogue que es Studia Hermetica Journal, necesita para desarrollarse de personas dotadas de una capacidad de trabajo y una dedicación fuertes, por supuesto no en cuanto a la revista se refiere, sino en su vida profesional y personal. Yo, humildemente, tan sólo le pido al futuro colaborador que sea un enamorado del conocimiento, y no sólo de las materias herméticas, mágicas y esotéricas de las que nos ocupamos con asiduidad en Azogue, sino mucho, mucho más. Por cierto, que no he promovido o hecho publidad mucho de la revista fuera de Azogue, sencillamente porque no me gusta mendigar colaboraciones a nadie ni venderme excesivamente, y una de las razones es sencillamente porque me decepciona bastante comprobar cómo la gente escurre el bulto con el mayor de los descaros, y ni tan siquiera demuestra un mínimo de respeto frente a las cosas dotadas de un mínimo de dignidad. Por si sirve de consuelo, yo trato de ser muy educado con las personas susceptibles de enseñar y de aprender, y en modo alguno pretendo ser "pesado" (tanto, que a veces se confude este hecho con indiferencia por mi parte). En fin, son cosas que considero fundamentales en el mundo académico y en la vida misma.

En mi caso, yo no me dedico "en cuerpo y alma" a esto del hermetismo, porque eso sería un absurdo: una persona culta que se precie debe ampliar sus horizontes intelectuales sin descuidar sus asuntos mundanos. Antes de ponerse a fondo con cualquier cuestión, se debe adquirir un humus intelectual muy rico y profundo: literatura, arte, historia, astronomía, música, y un largo etcétera Desde Studia Hermetica defendemos una formación integral de la persona; una formación en la que se dé cabida al disfrute "erótico" de los sentidos, y no sólo la mera estimulación de facultades intelectivas básicas (por otro lado, fundamentales), como la memoria, la capacidad deductiva y la concentración. Creemos -creo- en un ser humano perfectamente organizado, capaz y dispuesto, teniendo en cuenta su formación y sus capacidades naturales. No se trata de títulos o tonterías, sino de estructurar personas con carácter y criterio. Y no amigos, no hablo de ratas de biblioteca, sino de personas de ingenio e ideas, y hay muchísimos ejemplos en numerosos campos del arte, el saber y la guerra, que pueden acompañarnos en nuestro periplo biográfico.


Studia Hermetica Journal, ya lo adelantábamos, estrena un nuevo número especial, que he denominado "Mundo, Magia, Memoria", por algunas razones que paso a comentar. Studia Hermetica es y ha sido un proyecto volcado hacia el "mundo" que nos rodea, tratando de comprenderlo a la luz de las obras del pasado, y precisamente debido a su carácter mundano, es un proyecto que escapa al formato de mero "boletín investigador", es decir, libresco y desvinculado de la realidad que nos rodea e integra (tanto interna como externamente hablando). Proviene de la "Magia", porque así considero el quehacer que nos ocupa: mágico e imaginativo, dinámico y profundamente preocupado por el elemento íntimo de las cosas. Y qué decir de la "memoria", uno de los pilares fundamentales de cualquier humanista e historiador que se precie, y que ha sido ampliamente tratado en StudiaHermetica. Su fecha de publicación consta como 31 de diciembre debido a que lo he concebido como una especie de despedida académica del año y el inicio de una nueva etapa en la revista.


Este número especial pretende ser una recopilación de algunos de los posts realizados en este cuaderno de notas, y que mejor pueden adaptarse al formato ensayístico. Obviamente no son artículos académicos en toda regla, pero creo firmemente que su valor académico e intelectual está fuera de toda duda. Y por eso merecen elevar su marco de publicación. Por otro lado, necesito cerrar al fin esta etapa embrionaria de la revista, y qué mejor forma de hacerlo que llevando a cabo un ejercicio de introspección académica. Han sido años de mucho estudio y pensamiento, y necesito poner en claro mis ideas antes de continuar.

No quiero terminar esta intervención sin darle las gracias a Francisco de Mendonça Jr., el nuevo subdirector de la revista y el responsable del área de Historia de la Magia. Su dedicación, entusiasmo y gentileza no tienen límites, y no me gustaría prescindir de su buen hacer de cara al futuro. Asimismo, quiero expresar el mismo agradecimiento a José Miguel Puerta Vílchez, un enamorado del conocimiento y de las artes, que ha tenido la enorme generosidad de unirse a esta noble cruzada. ¡Gracias amigos!

En cuanto a los proyectos de cara al futuro, se encuentra la elaboración de un número académico dedicado al concepto de gnôsis, así como otro eminentemente artístico dedicado a los conceptos platónico-herméticos de imaginación, fantasía, creación y furor artísticos, etcétera, en el que espero haya más de una sorpresa. Asimismo, nuestro flamante subdirector Francisco de Mendonça, planea elaborar un dossier sobre Historia de la Magia. ¡Ya veremos con qué maravillas nos sorprende! Pero eso será para bien entrado el próximo año. De momento, disfrutemos del presente.

Como nota al margen, creo que en este 2012, nuestra joven revista será más comprensiva en cuanto al idioma se refiere. He tenido ocasión de comprobar expectación e interés entre el público hispanohablante, y por eso la lengua española irá cobrando más protagonismo, llegando a una especie de bilingüismo "razonable".

Un fuerte abrazo desde Granada. Leed, pensad y tratad ser buenos (al menos con los que se lo merecen).