domingo, 10 de enero de 2010

Ágora, de Alejandro Amenábar


Como lo prometido es deuda, el día de hoy lo voy a dedicar a hacer una crítica a la película Ágora, estrenada a finales del año pasado, y que tuvo la loable intención de acercar al ciudadano medio actual el mundo del siglo IV d. C. (en Alejandría, Egipto), y a la que al parecer fue una de sus más brillantes filósofas, Hipatia, así como a otros filósofos y teólogos de su entorno, como Sinesio de Cirene. Tengo que decir, antes de entrar a saco, que sigo pensando lo dicho aquí el año pasado (invito al lector a que eche un vistazo a la anterior entrada de mi cuaderno "Se han dado cuenta: Ágora, de Alejandro Amenábar", del día 18 de marzo de 2009), aunque resumiendo, lo que vine a decir es que me parecía de una valentía sin parangón que un cineasta moderno se ocupara de estas complejas y en cierto modo "actuales" cuestiones. Me refiero, claro está, a la civilización helenística, a sus contradicciones, diatribas y "turbulencias", que a veces nos recuerdan a nuestro posmoderno mundo.

Dividiré esta entrada en dos partes: un comentario histórico y una crítica cinematográfica. La primera la dedicaré a ubicar históricamente la película, sobre la base de los textos antiguos y la bibliografía al uso; esta realidad histórica la pondré en relación con el filme, y sacaré algunas conclusiones en consecuencia. La segunda parte la dedicaré a ejercer de crítico de pacotilla, y juzgaré la película como si fuese un entendido del séptimo arte. Ruego al lector que disculpe mi atrevimiento en este sentido.

Comentario histórico

El cristianismo en Alejandría

Aunque suene a tópico para salir del paso, hacer un cuadro general del cristianismo en Egipto es una tarea harto difícil, y la explicación la tenemos en lo que he repetido muchas veces en este cuaderno de notas: Egipto, y concretamente Alejandría, a finales de la Antigüedad, era un lugar muy diverso y por ende conflictivo. En efecto, existía una Iglesia "ortodoxa", ejemplificada por algunos Padres y otros teólogos integrados modernamente en la Patrística y en general la Patrología, como Clemente de Alejandría, Orígenes, San Juan Crisóstomo o el recientemente famoso San Cirilo. Asimismo, hubo otros padres originarios de África, como Tertuliano, San Cipriano de Cartago el mismo San Agustín. Junto a estos teólogos bien conocidos, nos encontramos con una miríada difícilmente clasificable de heresiarcas y doctrinas heréticas, tenazmente combatidas por esta Iglesia establecida y sus "doctores"; movimientos gnósticos de los que ya he hablado suficiente en este cuaderno de notas.

Estas doctrinas cristianas, tanto da que sean tachadas de "ortodoxas" o de "heréticas", conforman el ambiente turbio y desorganizado que caracteriza a toda religión no enteramente institucionalizada (o no "centralizada") y en cierto modo naciente. Y es en este ambiente cismático y violento donde se inscriben personalidades como la de San Cirilo, que fue sin lugar a dudas un hombre duro, autoritario y en absoluto tolerante con las herejías y con la pervivencia del "paganismo", pero que no puede corresponderse -por su talla intelectual como teólogo, quiero decir-, con el psicópata sin escrúpulos que presenta Amenábar en su película. Podemos definir a San Cirilo como un eclesiástico en un tiempo de lucha (intelectual y a veces callejera) y en ciertas ocasiones de persecución, donde varios modos de ver el mundo se creían en liza por la supervivencia (en general, el "helenismo" frente a los nuevos cultos "orientales" institucionalizados, pero esto sería simplificar si lo presentamos así sin más), donde la "tolerancia" (entendida en términos modernos) no podía ser una opción en ningún caso. Esto no era óbice, como es natural, para una cohabitación, sobre todo en un área urbana tan cosmopolita e intelectualmente estimulante como la Alejandría tardoantigua. Al representarnos cualquier época humana, debemos huir de elaborar soflamas y apocalipsis prematuramente: la maquinaria urbana funcionaba, pese a su diversidad y precisamente por ella misma. Como siempre ha sido y como siempre será, mientras perdure el modelo de ciudad helénico.

Asimismo, quizás podamos definir a nuestro Cirilo como el "anti-Juliano" por excelencia, y de hecho, uno de sus tratados más conocidos fue una respuesta al Contra los galileos de Juliano César, es decir, el Contra Juliano, que trata de revestir "racionalmente" a la fe cristiana, cosa en modo alguno sorprendente, porque la teología cristiana no es más que otra visión sobre las mismas bases de la teología platónica (y no parece que la filosofía platónica peque de "irracionalidad"). Y el terreno de lucha de San Cirilo, me parece a mí que se acercaba más a cuestiones cristológicas: polémica antiarriana, unidad de Cristo, consideración del mismo como el Verbo encarnado, es decir, como el Logos encarnado [Jn 1, 14], además de la controversia de tono netamente intelectual con las sedes de Antioquía y Constantinopla (y en particular con Nestorio), que a enteramente políticas (como plasma el Ben Laden deÁgora). Por supuesto, nadie niega que fuera el responsable de organizar un terrible pogromo ante una provocación judía previa, con la consecuente huida de los hebreos de la ciudad, pero quizás no está tan clara su relación directa con la muerte de Hipatia (ca. 415 d. C.), más allá de su contribución (que sin lugar a dudas existió) a crear un ambiente "represivo" en la ciudad que condujera a atrocidades de ese tipo.

Esto nos indica que cierto cristianismo "ortodoxo" deseaba por todos los medios establecerse como un poder a tener en cuenta frente a la administración imperial y los otros cultos religiosos, pero no parece que la visión retratada en la película se corresponda con la realidad histórica. En efecto, no era "el cristianismo contra todos", sino que cierta porción del cristianismo se hacía poco a poco el heredero de la civilización helenística, y además sin cambiar sustancialmente las filosofías helénicas (un ejemplo lo encontramos en la Consolación de la Filosofía de Boecio); además, hay que tener en cuenta que la realidad de la vida no es (como muchas veces pretendemos) un cómic, donde hay súper-buenos contra súper-malos, sino una enorme plaza repleta de distintas personalidades dotadas de distintos motivos e inclinaciones, y en la que no parece encajar muy bien la idea de un conjunto de personas maravillosas y tolerantes frente a una panda de fanáticos analfabetos y sin escrúpulos. Por lo tanto, en términos históricos, al cristianismo en sí no se le hace justicia, y la visión que de él se ofrece se parece más a algún tipo de visión posmoderna y convencional, que a un retrato hecho desde la imparcialidad. La visión de Ágora construye, en efecto, una visión del cristianismo y en general de la religión, tamizada por la vieja crítica ilustrada, y reeditada actualmente por ciertos gropúsculos de presión y de masas.

Para una descripción general sobre esto, recomiendo el capítulo que H. Idris Bell dedica al triunfo del cristianismo en su Cults & Creeds in Graeco-Roman Egypt (pp. 78-105).

Paganos contra cristianos

Siguiendo con este tema, esto nos lleva a hablar de la polémica paganismo (o mejor, "helenismo")-cristianismo. Hablamos aquí de nombres como Juliano, Porfirio o Celso, frente a otros autores cristianos como Lactancio o el mismo Cirilo al que hacíamos referencia.

Juliano mismo (331-363 d. C.) representa uno de los últimos intentos de ese "helenismo a la defensiva" que observamos en el siglo IV. Dos fechas: el 313 y el 392 (rescripto de Milán y prohibición oficial del paganismo por Teodosio respectivamente) marcan esta lucha encarnizada. Al comienzo de este decisivo siglo, aún los cristianos eran objeto de persecución por emperadores como Diocleciano y Galerio. Es en este siglo, en el que en opinión de muchos autores, no sólo acabará alzándose el cristianismo, sino que la propia filosofía griega acabaría embarrancando en una "retórica preciosista", en un abstruso misticismo, en la superstición, la teúrgia y otras lindezas de esa laya. Todo el mundo que me lea habitualmente conoce mi opinión acerca de esto, por lo que no me extiendo mucho más.

Pondré tres extractos que ilustran muy bien la contienda paganismo-cristianismo, el primero de Juliano, el segundo de Celso y el tercero de Lactancio.
"Es justo, pues, preguntar a Pablo si dios no lo es sólo de los judíos, sino también de los gentiles, ¿por qué envió a los judíos la gracia profética en abundancia, Moisés, la unción y los profetas, y la ley, y las paradojas y portentos de sus mitos? (...) Pero si es el dios de todos nosotros y, asimismo, el creador de todo, ¿por qué nos despreció?" Juliano, Contra los Galileos, 106C.
"Tal es el linaje de donde salieron los cristianos. La rusticidad de los judíos ignorantes les dejó caer en los sortilegios de Moisés. Y, en estos últimos tiempos, los cristianos encontraron entre los judíos un nuevo moisés que los sedujo de una forma aún mayor. Él pasa entre ellos por hijo de Dios y es el autor de una nueva doctrina. Agrupó en torno suyo, sin selección, una multitud heterogénea de gentes simples, groseras y perdidas por sus costumbres, que constituyen la clientela habitual de los charlatanes y de los impostores." Celso, El discurso verdadero contra los cristianos, 6.
"Después de Nerón, pasados algunos años, surgió otro tirano no menor que él, Domiciano. Éste, a pesar de ejercer el poder de un modo odioso, estuvo pesando sobre las cabezas de sus súbditos durante muchísimo tiempo y reinó sin ser inquietado hasta que se atrevió a levantar sus manos impías contra el Señor". Lactancio, Sobre la muerte de los perseguidores, 3.
Las críticas y contra-críticas de estos autores animan poderosamente las diatribas de la Antigüedad Tardía, y anuncian desde el plano intelectual un cambio cultural en cierto modo definitivo, que venía gestándose desde el plano sociológico desde hacía mucho tiempo, como una consecuencia "lógica" de la expansión y la vejez de un Imperio cuyo esplendor tiempo ha que se había extinguido para siempre. ¿Esto nos indica decadencia? Mi punto de vista es que no, tan sólo cambio, movimiento, avance, y desarrollo, pero esta vez desde otras posiciones. La civilización helenística había cambiado hasta perder su ya de por sí cambiante identidad, un proceso que se repetiría desde el s. IV a. C. hasta nuestro siglo IV d. C.

Sinesio de Cirene y su maestra

Poco sabemos de la "madre, hermana y maestra " de Sinesio (Ep. 16), salvo las referencias de él mismo, de Damascio y de la Suda (s. X d. C.). Pero huyendo de especulaciones y mitificaciones de uno u otro lado, parece que deberíamos hacer caso de Damascio cuando sostiene que era una seguidora de Platón, o como diríamos actualmente, una filósofa neoplatónica. No obstante, sobre Sinesio de Cirene remito al lector a la introducción general que hace Christian Lacombrade en la edición de Les Belles Lettres (París, 2003, pp. V-XLIX), donde trata de reconstruir el ambiente socio-filosófico donde nacería y crecería el pupilo de la bella e inteligente Hipatia, hija de Teón de Alejandría.

En cualquier caso, tienen razón Lacombrade y Des Places cuando dice el primero que "poèmes orphiques, hymnes gnostiques, traités d'hermétisme et surtout oracles chaldaïques, tenus alors comme le bréviaire de toute sagesse" (p. XX), y el segundo cuando describe la influencia de los Oráculos Caldeos en su filosofía (Les Belles Lettres, París, 2003, pp. 35-41). En efecto, la paideia en el siglo IV estaría imbuida de "elementos místicos" que en la película Ágora no se reflejan por razones evidentes. Se nos presenta una librepensadora al estilo decimonónico (una especie de Mary Wollstoncraft del siglo IV), que trata de reconciliar a sus hermanos, y que se resiste a la idea de un universo cerrado y mecánico, adoptando una posición "galileana" frente a la ortodoxia helenística desde Ptolomeo, y frente a la chillona grey de analfabetos cristianos. ¿Se corresponde esto con la realidad? La respuesta es no. Si como nos relatan los textos, Hipatia era una filósofa neoplatónica, estaría más inclinada en enseñar la "ciencia de los números" platónica, además de en enseñar a sus alumnos a que "eleven lo que de divino hay en sus almas hacia lo divino que hay en la totalidad" (siguiendo a su maestro Plotino), antes que en tratar de elaborar una cosmología más acorde con la realidad del cielo. Esto, por lo tanto, es una visión ahistórica sobre la Antigüedad, un intento de proyectar nuestras obsesiones "modernas" sobre un periodo de la Historia sometido a elementos muy distintos. Cosa que en principio no tiene por qué criticarse, como ya comentaré, pero es algo que en cualquier caso debe de tenerse en cuenta.

¿Y qué hay de su trágica muerte? En efecto, Hipatia fue considerada como una "mártir del helenismo", no como una "mártir de la tolerancia", o una "campeona de la libertad", que cual Mariana Pineda se enfrenta al Absolutismo. Como siempre, conocer los procesos históricos y las obras filosóficas de la Antigüedad, nos ayudará a descubrir la verdad de las cosas, huyendo de nosotros mismos.

Por cierto, para la relación entre Sinesio y los Hermetica, cfr. BREGMAN, J., “Synesius and the Hermetica”, en Neoplatonism and gnosticism, Albany: SUNY Press, pp. 85-98.

La Imago Mundi Tardoantigua: el sistema aristotélico-ptolemaico

Ya poco nos queda para terminar este breve recorrido histórico, que pretende ser una ayuda a la hora de entender y criticar en términos históricos la película de Amenábar. Tan sólo hay que comentar la visión del mundo tardoantigua, que en efecto estaba dominada por el sistema matemático (que no "físico", utilizando una terminología moderna) de Claudio Ptolomeo, y de cuya veracidad el hombre antiguo no tenía por qué dudar. Sobre esta cuestión ya he dicho lo suficiente en la sección "Actualidad de la ciencia", por lo que no me extiendo. En cualquier caso, este sistema funcionaba razonablemente, y la finalidad de un filósofo platónico no era la experimentación científica de los fenómenos naturales, sino (simplificando mucho) comprender la esencia divina de las cosas.

La filosofía platónica era una auténtica teología, donde desde luego no existía en la mayoría de los casos el "monoteísmo providencialista" de Filón o de los autores cristianos, pero cuyo engranaje encabezado por el Uno aseguraba la unidad del cosmos. Eso responde a la ridícula pregunta que he escuchado por ahí de si "Hipatia era atea", a raíz precisamente de la película de Amenábar. La respuesta es, evidentemente, "no", pero un no entrecomillado, como vemos. Su "dios", si podemos hablar en esos términos, era una representación racional del cosmos, probablemente no exenta de elementos que denominaríamos modernamente "místicos", pero que en cualquier caso no era el Dios de los cristianos y su Verbo-Logos hecho carne en la figura del Cristo, sino en eso mismo: el theos del Timeo pasado por el tamiz de muchos siglos de platonismo.

¿Cuál es la raíz de este equívoco que vemos reflejado en la película? Pues nada menos que el hecho de que nos cuesta alejarnos de nuestro propio mundo, de nuestra visión emic de las cosas. La Antigüedad Tardía, si bien se parece sociológicamente a nuestro mundo, como he repetido muchas veces, no sigue los mismos patrones filosóficos, y en consecuencia su representación del cosmos es muy distinta de la nuestra. Antes bien, su visión de las cosas estaría imbuida de lo que nosotros, los hombres de la Modernidad, denominaríamos "elementos religiosos", y quizás de "mitos" y otros términos en absoluto aplicables a esta época.

La Ilustración, una filosofía "ahistórica"

Como conclusión a este comentario histórico, tan sólo me resta comentar cuál es el punto de vista del director, D. Alejandro Amenábar, al que profeso un profundo respeto intelectual (y lo digo sin ironías). Pues bien, la visión de Amenábar es la de una persona culta e inteligente de nuestros días, que profesa un sano agnosticismo y un enquistado recelo ante cualquier religión establecida e institucionalizada, y en particular hacia el cristianismo. En Hipatia ha querido ver una "mártir de la tolerancia", y un "espíritu rebelde" en un mundo plagado de fanatismo, y como he tratado de describir más arriba, esto no se corresponde con la realidad histórica. Las cosas no son tan sencillas, y tratar de aplicar nuestras propias obsesiones a un mundo que sigue reglas tan distantes de las nuestras, acabará siempre en fracaso.

Existieron y existirán, no obstante, otras representaciones modernas de la polémica paganismo-cristianismo (y por ello sesgadas en diverso grado). Por ejemplo, nos encontramos con Montaigne, que habla maravillas de Juliano (el alter ego masculino de nuestra Hipatia) en su ensayo De la libertad de conciencia (y se trata de un cristiano criticando a otros cristianos, con lo que vale el doble su comentario). En el plano exclusivamente ilustrado, otro que modernamente pone a Juliano por las nubes (en este caso como el paladín de la libertad de conciencia, contra el fanatismo), es Voltaire, que en su Diccionario filosófico (1767) le dedica todo un señor artículo. Con esto quiero decir que en general, las corrientes de pensamiento de la Modernidad derivadas del proceso ilustrativo han querido ver en los "mártires del helenismo" (Hipatia o Juliano son dos ejemplos) auténticos héroes de la libertad de pensamiento y de la inteligencia frente al fanatismo religioso. Y esta es la idea que desea introducir la película de Alejandro Amenábar.

En realidad, y para ir concluyendo esta primera parte, esto no es una crítica en absoluto. Cualquiera puede construirse la Hipatia que le venga en gana, y de hecho puede estar hasta mejorando el modelo original, pero otra cosa muy distinta es hacer pasar por "histórico" lo que no lo es. Repito: con esto no estoy reivindicando que el cine debería ser más cuidadoso con la Historia y demás; a mí eso me trae al pairo. Yo sólo demando al arte que me embriague y me embelese en "términos platónicos". Sólo he tratado de que el lector se ubique históricamente, y una vez logrado esto vuelva a mirar hacia atrás, y además, en cierto modo no estoy muy de acuerdo con criticar el pensamiento religioso desde la ignorancia.

Crítica cinematográfica

Llegados a este punto, procedo a hacer una crítica de la película en sí. Según el Sr. Amenábar, la idea le viene de lejos, y se la debe a una pasión que comparto: la saga Cosmos de Carl Sagan, que fue un científico brillante y una persona apasionada y muy lúcida, todo un ejemplo para las nuevas generaciones de humanistas y de científicos. El Sr. Sagan se adentró en las entrañas "científicas" de Alejandría y por supuesto habló de la filósofa Hipatia; este hecho cautivaría a nuestro cineasta, que decidió arriesgarse a emprender la titánica tarea de recrear la Alejandría del siglo IV.

Sentadas las bases que animaron al Sr. Amenábar, procedo a la crítica.

Pues bien, en general me ha parecido una película que no sabe medir los tiempos, de una vaguedad que no se corresponde con la maravillosa idea que la generó. Esto es así, creo yo, porque Alejandro Amenábar tuvo una visión genial, pero en medio se encontró con un escenario de enorme complejidad que le sobrepasaba, y que se le acabó escapando de las manos. Al menos ésa es la impresión que me dejó el filme. La historia no está centrada del todo en Hipatia, ni tampoco del todo en la contienda pagano-cristiana, y esto genera cierta confusión y desapego; asimismo, la pasión científica de Hipatia no logra transmitirse al espectador: sólo produce indiferencia ver a una mujer trazando círculos en la arena. Rachel Weisz es una actriz bellísima, de eso no hay duda, pero su imagen no es la de una apabullante mujer filósofa de noble estirpe, sino la de una chica sensible e inteligente en un mundo hostil y oscuro que no puede controlar. Y yo creo que eso no es suficiente para explicar su valía intelectual. A la película le hace falta grandeza y poder visual, tanto en los actores como en algunos escenarios.

Asimismo, los personajes aledaños no convencen del todo, porque no se nos muestran matices; casi son muñecos que se mueven al son del odio y la venganza. No creo que se muestre la grandeza y la diversidad de la mayor y la más culta metrópolis de la Antigüedad; antes bien se nos muestra una Alejandría llena de inmundicia y oscuridad humanas. No es que esta ciudad se me represente como una Babilonia fantástica, sino que considero que centrarnos demasiado en estos luctuosos hechos, y además con ese tono tan dramático y ominoso, no es eficaz narrativamente. Aunque sea sólo para contraponerlo a la extraordinaria búsqueda del saber de Hipatia y a su bello mundo interior de tolerancia y majestad intelectual.

El espectador más benévolo y dedicado sale del cine con ganas de más, y con una sensación agridulce. Ha asistido a algunas imágenes muy bellas, sobre todo de la ciudad desde el cielo (aunque a veces estos parones en el metraje no se justifiquen demasiado), y de Hipatia en un tono contemplativo, pero esto queda enturbiado por una sucesión de frenéticas persecuciones y matanzas, y de personajes planos y enloquecidos. A Hipatia la perdemos de vista durante el tiempo suficiente para que no genere empatía en el espectador, y por eso la carga trágica de su horrible muerte no es tanta como debiera.

Asimismo, y aunque sea lo menos importante, los filósofos y teólogos retratados no son más que meras caricaturas de un juego de fanatismo y estupidez, y esto hace que la sensación generada sea la de alejamiento y casi indiferencia. Da la impresión general de que hace falta mayor intriga, mayor complejidad y grandeza de los personajes, mayor profundidad... No sé, hace falta que el elemento humano parezca creíble, y esto, desde mi punto de vista, no se consigue.

El resultado es pobre. Da la incómoda impresión de que podría haberse hecho una mejor película con semejante idea, y no desde el punto de vista histórico (repito: eso a mí me da lo mismo), sino desde el punto de vista humano. Un mejor guión y una mayor carga creativa hubieran desembocado en algo más interesante y eficaz.

No obstante, y a pesar de lo dicho, sigo creyendo que Ágora es una película valiente, ejecutada por una persona de talento y sensibilidad. Es sólo que quizás su fantástica idea está representada de una forma poco pensada, muy imprecisa; casi parece que no ha disfrutado en su elaboración. En fin, que a pesar de todo la recomiendo, porque no está el cine actual para ponerse espléndidos, y además la historia bien lo merece.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Feliz Navidad


El mes pasado realicé uno de los mejores viajes de mi vida. Un mes antes ya lo estaba planeando para que todo saliera decentemente, pero jamás imaginé que saldría tan extraordinariamente bien. En ese viaje a Toledo tuve la oportunidad de conocer personalmente a las personas que trabajan en Azogue: a Mar, Miguel y por supuesto a su editor, José. Si dijera que me quedé asombrado por su amabilidad, generosidad, inteligencia y cultura, mentiría, porque yo ya sabía (aunque fuera leyéndoles o por teléfono) que eran así. Sólo con leerles y conocer el trabajo que desarrollan día a día por el solo placer de hacerlo, uno ya se hace una idea de quiénes son.

Asimismo, agradezco a Katja y a Carlos el que nos hayan tratado tan bien. Como le escribí a Miguel, en su casa me siento como un niño rodeado de cosas maravillosas, y su hospitalidad, educación y cultura me han dejado extasiado. Además, aún recuerdo el suculento manjar con el que nos deleitaron... Pido perdón por mi glotonería, pero ya se sabe que la carne es débil. Además, que no me olvido de esa perrita tan graciosa, alegre y agradecida, con la que podría estar jugando un día entero.

Lo que sí me sorprende es haberme encontrado con personas así en la vida. Casi había perdido la esperanza en este sentido, y el haberles conocido me reconcilia en parte con la fría y gris humanidad.

Bueno, sin más preámbulos procedo a hacer una crónica de este viaje tan productivo.

Viernes, día 20 de noviembre

06:00 AM (en mitad de Granada): Ivanito se cisca en todos sus muertos por su ridícula puntualidad. Si fuera una película de vaqueros se oiría el viento aullar en la pradera. Pero bueno, los primeros seres humanos (más allá de borrachos y demás capullesca nocturna granadina, llegaron sobre las 06:20). Al momento me metí en situación mientras el autobús dormía, y mientras oía una y otra vez de forma obsesiva las canciones Sin y Closer de NIN, me pegué de arriba a abajo la nueva edición española delAtalanta Fugiens (ed. Atalanta, prol. de Joscelyn Godwin). Esta edición la tenía desde el año pasado (me había caído por mi cumple), y personalmente tengo que decir que me gusta más la primera edición a cargo de Santiago Sebastián; es cierto que no trae el extenso texto bajo el epigrama de cada emblema, pero la introducción me pareció mejor. No sé, seguro que estoy equivocado, pero salvo por el cedé y el texto al que aludía, no le vi demasiada chicha al asunto. Aún así la recomiendo, porque yo de estos temas sé lo justo, y no procede hacerse el entendido.

Aprovechando que iba para una práctica en el antiguo Hospital de Tavera, justo a la entrada del casco histórico de Toledo, y en el que se asienta hoy día el Archivo Histórico General en su sección Nobleza, mi viaje comenzó entre documentos, archivos y laboratorios de restauración. Desde luego, aprovechamos muy bien la mañana, y pudimos ver cosas alucinantes: desde ejecutorias de hidalguía pasmosas, árboles genealógicos nobiliarios, y planos de propiedades que da gloria verlos, hasta los más ordinarios documentos económicos y judiciales; me congratula la forma en la que cuidan y protegen a estos documentos: temperaturas y emplazamientos adecuados, sistema de incendios y fundas y receptáculos precisos (y caros)... Es increíble todo lo que tienen allí, ¡y eso que sólo vimos una parte! En la última fase de la visita pudimos maravillarnos con la señora que restaura los documentos en cuestión, que con una tranquilidad pasmosa nos hablaba tanto de los bichos ("agentes extrínsecos", o algo así se les denomina) que se pueden encontrar en estos archivos (y que destrozan sin piedad el documento, cada uno con su particular manera de abordar la rica celulosa), como del proceso de restauración en sí. De hecho, nos hizo una demostración que nos dejó pasmados. Asimismo, en el interior de este bello edificio hay una botica, aunque lamentablemente no pudimos verla.
Aquí pongo una foto del interior del recinto.

Según nos comentó el guía, este antiguo hospital era más un balneario que un tenebroso edificio de muerte y enfermedad; más que nada porque el requisito de entrada principal era, en la práctica, el no estar enfermo (no permitían la entrada a los enfermos crónicos, contagiosos, los locos, etc.): lo dicho, que a este hospital se iba "de campo y playa". Quizás por eso gozaba de gran prestigio en el reino.
La visita duró desde aproximadamente las 11:30 hasta pasadas las 14:30. Desde luego mereció la pena, pero fue una lástima que mis compañeros se perdieran la hermosa ciudad castellano-manchega. Justo al acabar la visita, José pasó a recogerme y nos fuimos a su pueblo, Illescas. ¿Cómo relatar la exquisita amabilidad de su familia y de él mismo? No sé, se lo he dicho por activa y por pasiva personalmente, pero me gustaría dejar constancia aquí, en este cuaderno de notas. Sus padres y su hermano son gente sencilla, amable y hospitalaria, que me trataron desde el principio como si me conocieran de toda la vida. ¡Muchas gracias!

Desde el comienzo me quedé alucinado con la biblioteca de José. El fondo que tiene es alucinante. ¡Lo tiene todo! Iba de acá para allá viendo facsímiles, tesis, monografías y revistas. Su despacho dispone de una magnífica estantería dividida por siglos que me produjo una sanísima envidia. Y justo detrás de la mesa y la silla (bastante cómoda, por cierto), alberga un fondo importante de revistas (e incluso de literatura medieval, de la que por cierto, a mí también me gusta, sobre todo la de caballería). En cuanto pueda, voy a imitarle en su forma de trabajar, porque esa pulcritud y orden son los que personalmente necesito cuando estudio. A mí el desorden me vuelve loco y me desanima, y por esa razón la casa de José y su despacho me parecieron una delicia. De su abundante fondo, del que me hizo una precisa descripción, me quedé con algunos títulos que debo analizar en profundidad cuanto antes. Entre estos títulos puedo destacar: La Mystique Cosmologique Juive, de Nicolas Sed; La matière des choses, de Cristina Viano;Hermès Trismégiste, La Table d'Emeraude (pref. de Didier Kahn); The Alchemy of Glass, de Marco Beretta (este estudio, según me contó José ante mi atónita mirada, sostiene algo que me parece alucinante: la idea de la transmutación de los metales pudo surgir de la fabricación del cristal, que de hecho, era algo posible); y en uno de los tomos de Natural Sciences in Islam (vol. 58), Chemistry and Alchemy. Texts and studies, IV, 2001, en el que venían diversos estudios de Blochet: "Études sur le gnosticisme musulman", enRivista degli Studi Orientali (Roma), 2 (1908-09), pp. 717-756, 3 (1910), pp. 177-203; 4 (1911-12), pp. 47-79; 267-300; 6 (1914-15), pp. 5-67. Asimismo, Les Mages Hellénisés. Zoroastre, Ostanès et Hystaspe (este creo que lo había visto en mi añorada Salamanca, pero no estoy seguro), de J. Bidez y F. Cumont (2 vols.); Una cosmologia ermetica. Il Kitāb sirr al halīqa/De secretis naturae, de Pinella Travaglia (este estudio es fascinante, y lo había podido comprobar porque José me había enviado algunas referencias sobre él hace tiempo); asimismo, tengo que decir que me quedé pasmado por la fuerza de los dibujos de uno de los manuscritos que Mr. McLean edita y vende en su página (el MS. Ferguson 115, Universidad de Glasgow), que él denomina (con buen criterio) "Pneumo-Cósmico"; los demás manuscritos editados por McLean son impresionantes (con pliegos movibles y demás cosas maravillosas, pero éste en cuestión, no sé, me llegó especialmente). Se me parece de muchos modos a ideas que tengo en la cabeza a la hora de pintar y a la pintura de Ramiro, un pintor del que muchas veces he hablado en este cuaderno de notas.
Heme aquí, en pleno "éxtasis revelatorio", frente a la biblioteca de José, con mi cuaderno de notas, y pensando y repensando acerca del torrente continuo de nueva información que llegaba a mis oxidadas neuronas.
Asimismo, pude ver el increíble ejemplar facsímil del Splendor Solis que José tiene en su estantería, y echar un vistazo al voluminoso estudio adjunto. ¡Qué bárbaro! Además pude ver una edición del Amphitheatrum Sapientiae Aeternae (1595) de Khunrath en catalán (¡no sabía que existiera algo así!). Por otra parte, en cuanto pueda voy a pedir todos los ejemplares de la revista Chrysopoeia, que edita la S.É.H.A y Archè (Milán). En Salamanca tuve la oportunidad de ver uno de sus números y me quedé con ganas de más, debido al asombroso nivel de sus publicaciones y los temas que se abordan, de los que no conozco nada y en los que deseo profundizar.

Si fuera por mí, las conversaciones con José se prolongarían indefinidamente, pero el deber llama, y no nos recogimos muy tarde a descansar. ¡Espero que no crea que soy un pesado! Lo malo de que te gusten estas cosas tan "raras" es que no tienes demasiada gente con la que hablar de ellas, y en cuanto pillas un especialista de la talla de José quieres decirle todo lo que has pensado en sólo unas pocas horas. Hay que tener paciencia conmigo... Desde luego, el que más aprendió fui yo, porque José es una verdadera enciclopedia (y no sólo de alquimia), en la que uno se puede perder: en su cabeza tiene una cantidad de datos impresionante sobre fuentes varias, y también sobre bibliografía secundaria, desde la más temprana hasta la más reciente. Es increíble, y me he sentido como un privilegiado escuchándole. Espero que pronto se repita otra sesión como esa.

Sábado, 21 de noviembre

Hoy José me dejó en Toledo aproximadamente a la hora de comer, y pude aprovechar largo y tendido para visitar el casco antiguo de la ciudad. Además, ignoré el mapa, porque cuando llego a una ciudad nueva me gusta sencillamente perderme en sus calles (tan sólo una vaga referencia en plan "norte, sur, este y oeste", me valen); y además Toledo es una ciudad muy pequeña (al menos en su casco antiguo), con lo que esta tarea de exploración no se hace muy difícil. De Toledo llaman la atención muchas cosas, pero sobre todo sus calles angostas y sus recorridos empinados, que necesitan de unas piernas atléticas para un paseo como Dios manda. Pero bueno, como una imagen vale más que mil palabras, aquí haré una crónica fotográfica, más que otra cosa.


Este es mi hotel, que sin ánimo alguno de hacer publicidad, me pareció de lo más bonito y distinguido; además, mi habitación era acogedora y muy adecuada (una buhardilla), en la que casi me sentí como uno de los extraños héroes de las novelas de Lovecraft.

Desde cierta posición en la ciudad, se podía divisar el río Tajo, y en general el bonito paisaje castellano-manchego del entorno.

Esta preciosa vista era la que se podía divisar desde la habitación de mi hotel. Desde aquí creo que se puede apreciar la catedral, que es un monumento prodigioso, enquistado en pleno casco histórico, casi amenazante.

Este es un claro ejemplo de las calles de Toledo. Casi me da vértigo pasear por ellas. Se diría que detrás de cada esquina acecha algún secreto o algún maleante enfundado en una capa.

Como todos los que tenemos gatos sabemos, la fauna urbana más asombrosa no son los seres humanos, sino estos tigrecillos gordos con cara de pocos amigos. ¡Me lo pasé genial viendo una cantidad importante de gatunos por metro cuadrado! 

Destaco de mi visita, como no podía ser de otra manera, estos increíbles medallones cabalísticos en el bellísimo Museo Sefardí. 
He aquí un ejemplo de la brutalidad humana convertida en sórdida belleza. Esta "Dama de Hierro" (junto a ella destaco el detalle de sus terroríficos pinchos), en el Museo de los instrumentos de tortura de la Santa Inquisición, me recordó vivamente a un cuento tenebroso de Abraham Stoker: Una gata negra. 
Esta preciosidad de paisaje nocturno pude apreciarlo cuando ya mis pies se resentían de la caminata. Además, me había internado por un entramado de callejuelas en el que pensé que me iba a perder, por lo que decidí ir bajando para ver si veía de nuevo la muralla. Aquí ya me disponía a hacer el viaje de vuelta. 
De vuelta al hotel tras una jornada intensa de paseo. Esa noche casi no pegué ojo: mi cerebro bullía de pensamientos (desde el más ridículo hasta el más elevado). En fin... Hasta mañana.
Domingo, 23 de noviembre

Un buen desayuno y un paseo una hora antes de mi cita con Mar y Miguel (que iban a pasar a recogerme en la Puerta Bisagra). El fresco de la mañana me reconfortó y despertó, cosa que agradecí bastante, porque no me gusta el calor de invernadero nada nada. Otra foto más:

Esta foto la saqué pocos minutos antes de que Mar y Miguel me pasaran a recoger. El Emperador Carlos V aún vive en esta ciudad de encrucijada de culturas. ¡Espero volver pronto por Toledo!
Nada más intercambiar unas cuantas palabras con Mar y con Miguel me di cuenta de que estaba ante personas cultas, amables y sobre todo apasionadas de su trabajo. Íbamos camino de casa de Carlos Gilly, que es nada más y nada menos que el mejor investigador sobre hermetismo y corrientes relacionadas que existe, y sobre todas las cosas, una persona humilde y dotada de un juvenil entusiasmo que hace de él una isla asombrosa en un mar de pedantes e iletrados. Pero no adelantemos acontecimientos. Tuve la oportunidad de hablar de muchas cosas en casa de Carlos tanto con Mar como con Miguel, y de uno y otro saqué las mismas conclusiones que José (cuando alude a ellos en su cuaderno de notas). Ahora comprendo por qué (poco menos) les echaron de la universidad: su talento, cultura y educación son un insulto para esa panda de abotargados botarates y aburguesados, que no saben lo que es apasionarse por nada y querer profundizar de verdad en algo. En fin, que paso de este tema. Me harta.

El caso es que nada más llegar pude comprobar la hospitalidad y amabilidad de Katja y de Carlos. Viven en una casa alucinante, llena de libros y más libros... Y con una perrita maravillosamente cuidada que tuvieron la generosidad de salvar de la inmundicia callejera. Su casa tiene una luz y una vida que me enamoraron. Tienes la sensación de estar en un espacio acogedor, inspirador, donde reposar y leer. Su casa me recuerda a tardes de verano al calor de una buena lectura. Pero sobre todo recuerdo la inmensa luz que inunda su hogar. Además, la conversación se disfruta con ambos, porque los dos, tanto Katja como Carlos, son personas de una enorme erudición y cultura, y ambos tienen historias increíbles que contar. Esto unido al hecho de que tratan de ser extremadamente amables y dedicados para con sus huéspedes, les convierte en los anfitriones perfectos.

Ver estanterías repletas de Nicolás de Cusas, Paracelsos, Comenius, rosacruces, etcéeeeeetera, etcéeeeeeeetera, me volvió loco. Carlos y Katja tienen de todo: su fondo bibliográfico puede sonrojar a cualquier biblioteca universitaria (sobre todo a algunas que yo me sé). Porque no sólo tienen libros de hermetismo y corrientes afines, sino muchísimo más, lo que nos da una idea de su inmensa erudición en cualquier campo del saber. Aún estoy alucinando... ¿Qué más puedo decir para describir la ingente cantidad de microfilmes? De hecho, la mayor cantidad de microfilmes sobre magia, astrología, alquimia, rosacrucismo, teosofía, paracelsismo, hermetismo, etc., que seguramente existe en un mismo sitio. No hace falta salir de casa... Ejem, mientras escribo me tiemblan los dedos. Me gustaría haber hecho fotos de todo para no olvidarlo, pero por aquello de la educación me comedí bastante, más que nada para que no creyeran que tenía el síndrome del turista.

No obstante, y para fardar, he aquí la foto de la mesa de trabajo de Carlos Gilly. Jejeje, ¡y allí está mi página! Desde luego no está porque el Sr. Gilly la consulte ni mucho menos, pero me hizo una ilusión tremenda verla en ese contexto. Además, como ya dijera José en su cuaderno de notas, el sistema de trabajo de Carlos Gilly me dejó estupefacto: dos monitores y una máquina para reproducir microfilmes en la misma mesa, con el fin de ahorrar trabajo e ir rapidito y con buena letra. El resultado es un trabajo eficaz, solvente y magnífico. De hecho, el mejor que existe actualmente.

Volviendo a Miguel y a Mar, los tres nos divertimos como niños en la casa de Katja y de Carlos. Y además los platos que prepara Katja con soberbios: me quedé con las ganas de apuntarlo todo para reproducirlo en casa. ¡Menudos manjares! Con lo que me gusta una buena comida seguro que habré quedado como un glotón, pero bueno, que me quiten lo bailado.

Y con esto acabamos. Me dejo en esta crónica muchas cosas, pero no es conveniente que esta entrada del cuaderno se haga eterna. Doy las gracias a estos amigos que tan bien me han tratado. Ha sido todo un privilegio pasar estos magníficos ratos con ellos, y espero que nos veamos muy pronto.


¡Feliz Navidad!